La estrategia de inversión 60/40, considerada durante mucho tiempo como el estándar para la asignación de activos, está generando un creciente debate en los círculos financieros. Este enfoque clásico, que consiste en asignar 60 % de capital a acciones y 40 % a bonos, fue desarrollado para establecer un equilibrio óptimo entre el crecimiento del capital y su protección. Sin embargo, ahora se cuestiona en un contexto económico profundamente perturbado por la crisis financiera de 2008 y las repercusiones de la pandemia de Wuhan.

En este artículo, comenzaremos examinando la evolución del enfoque 60/40 y destacando los desafíos que enfrenta hoy en día. Luego exploraremos varias estrategias alternativas y subclases de activos relevantes para la construcción de carteras. Tras finalizar este análisis, centraremos nuestra atención en el apartado más esencial: los backtests. Examinaremos los resultados de todas las configuraciones presentadas, así como otros escenarios potenciales. Por último, ofreceremos un resumen del enfoque 60/40 teniendo en cuenta el contexto actual.
La estrategia 60/40: fundamentos históricos
La estrategia 60/40 se creó en la década de 1950, en una época en la que los mercados financieros eran menos complejos que hoy. Sus fundamentos se basan en la moderna teoría de carteras, desarrollada por los eminentes Premios Nobel de Economía, William Sharpe y Harry Markowitz. El legendario inversor Benjamin Graham ya presentó, en su obra de 1949, "El inversor inteligente", una cartera que sigue aproximadamente una filosofía similar, con 50 % de acciones y 50 % de bonos.
Desde su creación hace 75 años, el modelo 60/40 ha sido objeto de muchas modificaciones, con diversas variaciones en las subclases de activos y ajustes sutiles en las ponderaciones. Las acciones fueron seleccionadas según criterios geográficos, sectoriales o de categoría de capitalización. De igual forma, los bonos fueron elegidos en función de su duración hasta el vencimiento, su nivel de riesgo, el tipo de emisor (empresas o gobiernos) o incluso su región de origen. Sin embargo, al final sigue siendo una cartera 60/40, con algunos matices. El nombre cambia, pero el contenido sigue siendo el mismo.
De este modo, la relación 60/40 se ha consolidado como una solución eficaz para los inversores que buscan beneficiarse tanto del potencial de crecimiento de las acciones como de la estabilidad de los bonos. Las acciones generan rendimientos superiores a largo plazo, mientras que los bonos desempeñan un papel defensivo. Históricamente, esta estrategia ha demostrado su solidez a través de diferentes ciclos económicos. Funcionó particularmente bien durante períodos de alta inflación Década de 1970 y 1980, cuando los bonos ofrecían altos rendimientos.
La simplicidad de implementación y la facilidad de comprensión de esta estrategia han contribuido a su popularidad entre los inversores institucionales e individuales. Se ha convertido en un estándar en la industria de gestión de activos.
John C. Bogle y los Bogleheads
Si bien la invención de la cartera 60/40 se remonta al trabajo de las leyendas Harry Markowitz, William Sharpe y Benjamin Graham, fue John C. Bogle, el fundador de Vanguard, quien realmente popularizó el modelo entre el público general. Al promover la inversión pasiva y la simplicidad, Bogle ha permitido que generaciones de inversores minoristas adopten esta estrategia. Al defender un enfoque de comprar y mantener, Bogle argumentó que la mayoría de los inversores se beneficiarían de una exposición diversificada a través de fondos indexados de bajo costo.
Su filosofía ha resonado entre muchos inversores minoristas, deseosos de maximizar sus rendimientos y minimizar las comisiones. La comunidad Boglehead surgió en la década de 1990, en gran medida gracias a su influencia. Uno de los catalizadores para la formación de esta comunidad fue la publicación de su libro, "Sentido común sobre los fondos mutuos", que popularizó la idea de que la mayoría de los inversores podrían alcanzar sus objetivos financieros sin depender de gestores de activos con altas remuneraciones.
Los Bogleheads, como se les conoce, se han reunido en foros en línea, donde intercambian consejos y estrategias de inversión, como parte de un movimiento más amplio para democratizar la inversión. Su enfoque enfatiza una asignación de activos a menudo inspirada en el modelo 60/40. Aboga por una disciplina de inversión a largo plazo, centrada en la simplicidad y la inversión pasiva a través de fondos indexados de bajo coste.
La evolución del mercado pone en tela de juicio el enfoque
El entorno de bajas tasas de interés que ha persistido desde la crisis financiera de 2008 ha tenido un impacto profundo y duradero en el panorama económico y financiero mundial. Este período prolongado de tasas de interés bajas no sólo ha cambiado las expectativas de los inversores, sino que también ha generado un replanteamiento fundamental de cómo se construyen y gestionan las carteras de inversión. Los rendimientos de los bonos históricamente bajos, a menudo inferiores a la inflación, ponen en duda la relevancia del componente de bonos tradicional, que alguna vez se consideró un pilar inquebrantable de cualquier estrategia de inversión.
Las políticas monetarias no convencionales adoptadas por los bancos centrales, como la flexibilización cuantitativa y las tasas de interés cercanas a cero, también han creado distorsiones significativas en los mercados financieros. En este contexto, la inyección masiva de liquidez al sistema económico ha contribuido a incrementar la valoración de los activos, dando lugar a una volatilidad comportamiento creciente y a veces irracional en los mercados. Por ello, los inversores han tenido que repensar sus estrategias para adaptar sus carteras a esta nueva realidad.
Correlaciones entre acciones y bonos
La relación 60/40 suele considerarse muy ventajosa en términos de rentabilidad y riesgo, debido a la correlación históricamente baja o incluso negativa entre acciones y bonos, un fenómeno particularmente marcado desde los años 1990. Esto significa que los bonos pueden ofrecer protección contra las pérdidas sufridas en el mercado de valores. Sin embargo, cabe señalar que las correlaciones actuales entre estas dos clases de activos se han vuelto más erráticas y menos predecibles. En tiempos de estrés en el mercado, ahora vemos movimientos sincronizados entre acciones y bonos.
Cabe señalar que el fenómeno de las correlaciones positivas entre acciones y bonos no es exactamente nuevo. Ya hablé de ello en 2017. Este comportamiento tiende a ocurrir durante períodos de aumento de las tasas de interés, como se observó no solo después de la pandemia de COVID-19, sino también durante la Treinta años gloriosos, particularmente en 1969. En tales circunstancias, los bonos, tradicionalmente considerados refugios seguros, pueden depreciarse a medida que los inversores anticipan políticas monetarias restrictivas. Esta dinámica hace que los bonos pierdan su capacidad de comportarse independientemente de los mercados de valores, reduciendo así los beneficios del modelo 60/40.
Sin embargo, reducir los beneficios no significa eliminarlos. Incluso en un contexto de correlación positiva, el impacto en una cartera 60/40 sigue siendo relativamente modesto a largo plazo. Los períodos de ajuste monetario no son algo sin precedentes. Algunos inversores institucionales parecen haber descuidado este aspecto y ahora están jugando el papel de vírgenes asustadas, queriendo arrojar los bonos al viento. En realidad, esto podría representar una oportunidad para la estrategia 60/40.
El 70/30
La cartera 70/30 es una alternativa que está ganando popularidad entre los inversores que buscan mayores rendimientos mientras intentan navegar en un entorno económico incierto. Al asignar 70 % de capital a acciones y 30 % a bonos, este enfoque pretende aumentar la cuota de crecimiento, aprovechando el mayor potencial de los mercados bursátiles, manteniendo al mismo tiempo cierta protección ofrecida por los bonos. Históricamente, la cartera 70/30 suele considerarse un compromiso atractivo entre la clásica 60/40 y asignaciones más agresivas, que ofrece un riesgo ligeramente mayor, pero con el beneficio de una mayor exposición a las rentas del mercado de valores.
Dado que las acciones tienden a generar mayores rendimientos en el largo plazo, este modelo puede ser particularmente atractivo para los inversores que tienen un horizonte temporal largo y pueden permitirse tolerar una mayor volatilidad en el corto plazo. Sin embargo, cabe destacar que este paso a una cartera 70/30 no debe realizarse sin un análisis cuidadoso de los objetivos de inversión individuales, el nivel de tolerancia al riesgo y las condiciones del mercado.
El clásico 50/50 de Graham
Benjamin Graham, en su libro "El inversor inteligente", aboga por una asignación de activos 50/50, dividiendo las inversiones equitativamente entre acciones y bonos. Este enfoque, aunque menos extendido que el modelo clásico 60/40, puede servir como baluarte contra las fluctuaciones repentinas del mercado, permitiendo al mismo tiempo a los inversores beneficiarse de los rendimientos a largo plazo que suelen ofrecer las acciones.
Esta estrategia refleja la filosofía de Graham de adoptar un enfoque cauteloso ante la incertidumbre económica. Aunque a menudo se pasa por alto en las asignaciones modernas, vale la pena redescubrir el enfoque 50/50 de Graham, especialmente en un entorno de mayor volatilidad.
Asignaciones de activos estáticas y dinámicas
La asignación estática (o estratégica), caracterizada por una distribución fija de 60 % de acciones y 40 % de bonos, ha sido durante mucho tiempo la opción preferida de los inversores. Este método se basa en la creencia de que, a largo plazo, esta combinación ofrece un equilibrio óptimo entre rendimiento y riesgo. Sin embargo, ante los desafíos contemporáneos que sacuden los mercados, la asignación dinámica (o táctica) está comenzando a atraer a cada vez más inversores.
La asignación dinámica permite ajustar las ponderaciones de los activos en función de las condiciones del mercado. En épocas de alta volatilidad o incertidumbre económica, los inversores pueden optar por reducir su exposición a las acciones para asegurar ganancias. Esto permite una reacción más rápida a los movimientos del mercado, mejorando potencialmente la relación riesgo/rendimiento.
Enfoques como la paridad de riesgo enfatizan la volatilidad y la correlación para ponderar las clases de activos. De este modo, buscan optimizar el rendimiento sobre una base ajustada al riesgo, lo que puede ofrecer protección adicional en un entorno de mercado incierto.
Subsidio basado en la edad
La asignación por edad es un enfoque de inversión que considera la edad del inversor como un factor clave para determinar la asignación de activos entre acciones y bonos. Este método se basa en la idea de que a medida que una persona envejece, su capacidad para absorber riesgos disminuye, requiriendo un ajuste en la composición de su cartera a favor de activos menos volátiles, como los bonos. La regla general es que un inversor debería asignar un porcentaje de su cartera a bonos igual a su edad. Por ejemplo, un inversor de 30 años debería tener el 30 % de su cartera en bonos y el 70 % en acciones, mientras que un inversor de 60 años debería destinar el 60 % a bonos.
Si bien este método ofrece simplicidad de aplicación y un enfoque conservador para la protección del capital, también tiene limitaciones. No tiene en cuenta situaciones financieras individuales ni necesidades específicas, lo que puede dar lugar a una asignación inadecuada para algunos inversores. Además, puede resultar en una exposición insuficiente a las acciones durante los mercados alcistas, reduciendo así el potencial de crecimiento de los activos.
Por lo tanto, si bien la asignación basada en la edad es un enfoque popular, se debe tener cierta cautela y considerar la posibilidad de personalizar la asignación de activos en función de las circunstancias y los objetivos únicos de cada inversor.
Subclases de activos
Las subclases de activos que se pueden utilizar en una cartera 60/40 pueden influir en gran medida en el rendimiento general y el riesgo de la estrategia. Más allá de la simple distinción entre acciones y bonos, es necesario explorar las distintas clases y tipos de activos que se pueden integrar para optimizar la asignación.
En el caso de las acciones, los inversores podrían considerar diversificar no sólo por sector (tecnología, salud, consumo, etc.), sino también por geografía o por capitalización de la empresa.
En el caso de los bonos, se pueden incluir varias subclases dentro de una asignación 60/40, dependiendo del tipo de emisor (gubernamental o corporativo), su calificación crediticia (Investment Grade o High Yield), su nivel de vencimiento (corto, mediano o largo) o su país de origen.
ETFs
Los ETF y los fondos indexados son instrumentos convenientes para acceder a estas subclases de activos, lo que facilita la gestión de una cartera equilibrada. En Mi artículo dedicado a los ETFDescubrirá una gama completa de ETF que cubren las subclases de activos mencionadas, lo que hace que sea relativamente fácil implementar una estrategia 60/40.
En los backtests que siguen, utilizaré varios de estos instrumentos, completándolos con otros fondos cotizados, en particular para bonos suizos e internacionales. Estos son los ETF que se seleccionaron para realizar pruebas retrospectivas:
- Acciones estadounidenses: SPY, QQQ, VDC, XLV
- Acciones suizas: EWL
- Renta variable mundial: VT
- Bonos del gobierno de Estados Unidos con vencimiento a largo plazo: TLT
- Bonos del gobierno de Estados Unidos a 7-10 años: IEF
- Bonos del gobierno de EE. UU. a 3-7 años: IEI
- Bonos de grado corporativo de EE. UU.: LQD
- Bonos corporativos de alto rendimiento de EE. UU.: HYG
- Bonos gubernamentales y corporativos de EE. UU.: BND
- Bonos del gobierno de 7 a 15 años: CSBGC0
- Bonos del gobierno de 3 a 7 años: CSBGC7
- Bonos de grado corporativo CH: CHESG
- Bonos gubernamentales de países desarrollados fuera de EE.UU.: BWX
- Bonos de grado corporativo de países desarrollados fuera de EE. UU.: IBND
- Bonos corporativos de alto rendimiento de países desarrollados fuera de EE. UU.: HYXU
- Bonos corporativos de mercados emergentes: CEMB
- Bonos gubernamentales de mercados emergentes: EMB
Si hay significativamente más opciones de bonos, es porque ya hemos revisado y seleccionado los mejores. ETF de acciones para construir carteras. Aunque EWL y VT no mostraron resultados sorprendentes, los mantengo como punto de referencia.
En cuanto a los ETF de bonos, Ya había observado los siguientes elementos :
- TLT muestra la correlación negativa más fuerte con SPY, es decir, con el mercado de valores estadounidense. Este es un activo importante en términos de diversificación, especialmente cuando el mercado de valores cae. Es eficaz para reducir la volatilidad del FP.
- IEF está correlacionado negativamente con SPY, pero menos que con TLT. Además, está fuertemente correlacionado con este último. Por lo tanto, es menos eficaz que el TLT para diversificar y reducir la volatilidad de una cartera.
- Bonos corporativos, ya sean de alta calidad (LQD) o alta eficiencia (HIG) están notablemente correlacionados con SPY (especialmente HYG). Por lo tanto, no aportan nada en términos de diversificación, especialmente porque la rentabilidad a largo plazo es bastante baja.
Ahora veremos los resultados de combinar todos estos elementos en una cartera dividida 60/40, así como en otras configuraciones.
Prueba retrospectiva
Las pruebas retrospectivas se dividen en cinco secciones:
- El clásico 60/40 (desglosado en cinco lotes)
- Asignaciones estáticas alternativas, con otras ponderaciones
- El 60/40 en su versión dinámica, con una asignación que se adapta según las condiciones del mercado
- Subsidio basado en la edad
- Posibles desarrollos del 60/40
Para cada sección, examinaremos la eficacia de diferentes subclases de activos utilizando los ETF mencionados anteriormente. A medida que realizamos pruebas retrospectivas, eliminaremos los ETF menos relevantes, lo que nos permitirá centrarnos en las mejores opciones y evitar una sobreabundancia de pruebas innecesarias.
Para cada backtest se realiza un reequilibrio anual para adecuar las asignaciones al objetivo.
60/40 estático
1er lote
Comenzamos con un análisis de 11 ETF de bonos y 3 ETF de acciones, lo que da como resultado 33 backtests diferentes. A esto añadimos una línea con una asignación de 100 % en el ETF SPY, que sirve como referencia. El backtesting se extiende desde 2008 hasta 2024. El límite mínimo de este análisis lo dicta el ETF VT, que es el “más joven” de los fondos que estamos examinando en este primer lote. Las carteras se clasifican de mejor a peor ratio de Sharpe, lo que nos permite evaluar el rendimiento de diferentes estrategias con el mismo riesgo. El rendimiento se basa en el franco suizo (CHF).
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Hallazgos
- Respecto a las acciones:
- No es de sorprender que las carteras con EWL y VT estén claramente rezagadas respecto de aquellas con SPY. Este fenómeno ya ha sido destacado En nuestro artículo dedicado a la cartera de acciones 100%. Por lo tanto, no existe una simbiosis particular con los bonos que pueda potenciar estos ETF.
- Sólo SPY se sitúa en el tercer puesto del podio, lo que se explica por las bajas tasas durante este periodo.
- En cuanto a las obligaciones:
- Las carteras con BWX (bonos gubernamentales de países desarrollados fuera de EE.UU.) muestran un resultado bastante lamentable. Esto significa que aquellos fabricados con IBND y HYXU, que no hemos probado aquí, también pueden serlo. Lo comprobaremos más tarde.
- Los bonos emergentes (EMB y CEMB), así como los bonos corporativos estadounidenses de alto rendimiento (HYG), permiten que las carteras muestren una buena rentabilidad (CAGR). Sin embargo, la volatilidad asociada es significativa. Por lo tanto, el ratio de Sharpe no es extraordinario.
- La combinación de bonos del gobierno suizo y acciones estadounidenses es la mejor combinación. Esto recuerda a la asociación de SRFCHA y SPY que vimos. En nuestro artículo sobre la cartera inmobiliaria. Esto es una sorpresa, dadas las miserables tasas ofrecidas por los bonos de la Confederación durante este período. Sin embargo, esto se explica por una correlación muy ligeramente negativa de los ETF de bonos (-0,1 para CSBGC7 y -0,08 para CSBGC0) con SPY. La CAGR de estas combinaciones es menor que la de SPY solo, pero a cambio el riesgo es menor y, por lo tanto, el ratio de Sharpe es mayor. Las carteras con bonos del gobierno suizo y SPY también son las únicas que superan al SPY en solitario.
- De estos backtests surge una sorpresa: las carteras que contienen bonos corporativos estadounidenses de grado LQD y bonos gubernamentales estadounidenses de 7 a 10 años (IEF) obtienen mejores ratios de Sharpe que aquellas que contienen bonos gubernamentales de vencimiento largo (TLT). Aun así, la correlación tradicionalmente más baja de TLT con SPY debería funcionar a su favor. Esto puede deberse a la fase de aumento de tasas posterior al virus de China. Será necesario monitorear lo que esto produce en el largo plazo, dado que el período aquí es relativamente corto.
Entre las carteras analizadas, el modelo 60/40 compuesto por VT y BND se sitúa en la mitad inferior de la tabla. Esta asignación fue popularizada por Rick Ferri, un autor influyente en la comunidad de Boglehead. Se trata de un modelo 60/40 muy clásico que muestra resultados bastante modestos. Ferri también ofrece una Cartera que se divide en tres fondos :40 % VTI, 20 % VXUS y 40 % BND. Este último constituye una réplica exacta del primero, repartida en tres ETF. De hecho, VTI, del que hablamos en nuestro artículo sobre carteras de acciones, reproduce el mercado de valores de EE. UU. y VXUS representa el mercado de valores internacional, excluyendo EE. UU. Como VT está compuesto por 2/3 de acciones estadounidenses, encontramos exactamente las mismas proporciones: 2/3 de 60% de VT = 40% de VTI y 1/3 de 60% de VT = 20% de VXUS. Mismos ingredientes, mismos resultados.
John C. Bogle y sus Bogleheads merecen crédito por popularizar el 60/40, pero su obstinada insistencia en mantener las cosas simples significa que su sistema no ha evolucionado desde las contribuciones originales de las leyendas Markowitz, Sharpe y Graham. Esto en sí es algo bueno, pero en este caso debemos dar crédito a quien lo merece. Sin embargo, hoy en día, cuando se menciona la cartera 60/40, el nombre de Bogle aparece primero. Sobre la simplicidad, Albert Einstein, otro premio Nobel, dijo: "Todo debe hacerse lo más simple posible, pero no más simple de lo necesario". Así como la rentabilidad no puede ser a expensas del riesgo, la simplicidad no debe ser a expensas de los resultados.
Los Bogleheads cuentan entre sus miembros con varios autores populares de libros sobre inversiones, incluidos Taylor Larimore, Mel Lindauer, Michael LeBoeuf y Rick Ferri. También encontramos Entre los contribuyentes al Centro John C. Bogle, quien está detrás de los Bogleheads, un número importante de autores, ejecutivos o directores de empresas de consultoría financiera. EL Junta Directiva del Centro Bogle Está dirigida por Christine Benz, quien también es directora de finanzas personales y planificación. jubilación en Morningstar. Ha publicado numerosos libros en Amazon. Lo mismo piensa William Bernstein, miembro de la junta directiva del Centro John Bogle, cofundador de Efficient Frontier Advisors, una empresa de gestión de inversiones, y un prolífico autor en Amazon. Me detendré aquí porque la lista es bastante larga.
No tengo ningún problema con que promocionen sus productos y empresas, pero en este caso hay una contradicción: o bien el método es sencillo, barato y en este caso merece como mucho unos cuantos posts de acceso abierto, o bien es lo suficientemente complejo como para merecer un valor añadido, vía trabajos especializados y servicios de pago. El libro de Taylor Larimore, "The Bogleheads' Guide to the Three-Fund Portfolio", que presenta como una "guía revolucionaria", es un caso de libro de texto: 18 dólares por 118 páginas, dedicadas exclusivamente a la cartera de tres fondos, de la que vimos la variación de Rick Ferri arriba. No he leído ni leeré este libro, que no es en absoluto "revolucionario" ya que se basa en una estrategia de hace 75 años. Por lo tanto, dejo la palabra a los críticos deAmazonas :
- No hay información real en este libro más allá de "utilice los tres fondos de Vanguard para simplificar su cartera, reducir las tarifas y superar a los fondos administrados (recuerde que Vanguard fue fundada por John Bogle).
- Este “libro” podría haberse condensado en un artículo de seis páginas. Lo leí todo en menos de una hora y no me impresionó. No lo compres a menos que seas un completo novato.
- Un mensaje sencillo en un “libro” sencillo. En realidad, este es solo un folleto de Vanguard y la historia de los leales Bogleheads.
- Es más como un libro de Vanguard que recomienda tres fondos indexados y todo el libro gira en torno a eso.
- Este es un argumento de venta demasiado importante para los fondos de Vanguard como para que yo lo considere completamente objetivo.
- Gran parte de este libro se compone de "testimonios" de personas que utilizan el sitio web Bogleheads. Sólo vale la pena si no tienes conocimientos de inversiones o finanzas. Todo lo que allí aparece se puede obtener fácilmente leyendo unas cuantas páginas web.
- Siento que pagué por un pequeño libro para tener 50% de citas de personas elogiando el método, 20% promocionando productos/corredores y 20% de información útil. Suena a lavado de cerebro.
Cabe destacar que este directo también recibe muy buenas valoraciones. También obtiene 4,5/5 estrellas por poco más de 1.000 valoraciones. Sin embargo, estas cifras deben ponerse en perspectiva, sabiendo que la comunidad de Bogle tiene, según ellos, más de 130.000 miembros, y que la cartera de tres fondos es, según Larimore, "la más popular en el foro de Bogleheads".
2do lote
En este segundo lote, nos centraremos en los ETF de bonos que aún no hemos cubierto hasta ahora: CHESG, HYXU e IBND. Los dejaron fuera por tener una historia más corta. Los compararemos con las mejores estrategias del lote anterior, pero en un horizonte temporal más corto, de 2012 a 2024. Los ETF de acciones que obtuvieron el peor rendimiento (EWL y VT) ahora se omitirán.
En el backtest anterior se planteó la hipótesis de que las carteras con HYXU e IBND probablemente mostrarían resultados decepcionantes, en comparación con los obtenidos con BWX (estos tres ETF se refieren a bonos de países desarrollados fuera de los EE. UU.). En lo que respecta a los CHESG (bonos suizos de grado corporativo), deberíamos, por el contrario, tener algunas buenas sorpresas, dados los interesantes resultados obtenidos por los bonos del gobierno suizo, así como por los bonos de grado corporativo estadounidenses. Aquí está el resultado de las pruebas retrospectivas:
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Hallazgos
- Se confirma nuestra hipótesis sobre HYXU e IBND. Ambas carteras se sitúan en los últimos puestos del ranking.
- La cartera con CHESG consigue un mejor resultado. Sin embargo, sigue estando por detrás de aquellos bonos del gobierno suizo.
- SPY por sí solo es la mejor estrategia, incluso para el ratio de Sharpe. Esto puede explicarse por el hecho de que el mercado de valores tuvo un desempeño particularmente bueno durante el período analizado. A más largo plazo, como hemos visto con el primer lote, la incorporación de bonos del gobierno suizo permite obtener un mejor ratio de Sharpe.
- La cartera con TLT se ve nuevamente superada por la de IEF. Incluye incluso el establecido con el IEI. Por otra parte, pasa por delante del compuesto con LQD.
3er lote
Esta vez vamos a retroceder más en el tiempo, más allá de la fecha de inicio utilizada para el primer lote, que estaba limitada por VT. Con un nuevo punto de origen establecido en 2004, nuestras pruebas retrospectivas ahora cubren un período completo de 20 años. Esto nos permite profundizar y aclarar mejor algunos de los hallazgos que hemos mencionado anteriormente.
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Hallazgos
- Las carteras con bonos suizos siguen estando muy bien posicionadas.
- Sólo SPY sigue en el podio. Esta es definitivamente una tendencia que se confirma y que plantea interrogantes sobre la estrategia 60/40.
- La cartera con TLT todavía está por detrás de la de IEF, pero la diferencia se está reduciendo. Además, ahora está por delante de aquellos con LQD y IEI.
4to lote
Esta vez nos remontaremos al año 1995, lo que nos da casi treinta años de datos. Para ello, tendremos que centrarnos en los ETF estadounidenses, ya que los ETF de bonos suizos son demasiado "jóvenes" para remontarse tanto en el tiempo. Esta cobertura temporal ampliada nos ayudará a comprender mejor los resultados a veces sorprendentes de ciertas carteras.
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Hallazgos
- SPY (solo) ocupa el primer puesto del podio, ayudado, en esta prueba, por la ausencia de bonos del gobierno suizo.
- Las diferencias entre los ratios de Sharpe de las diferentes estrategias son relativamente pequeñas.
- La cartera con TLT esta vez pasa por delante de IEF. Durante casi 30 años, esta ha sido la mejor estrategia 60/40.
- Si pudiéramos remontarnos más atrás, a principios de la década de 1980 (los ETF recién aparecieron en 1993), habríamos obtenido un resultado aún más favorable para TLT. La cartera de solo SPY debería haber cedido su primer lugar, debido a la A principios de los años 1980, se mantuvieron unos rendimientos de los bonos muy elevados, seguidos de un descenso prolongado e insoportable. (lo que aumenta el precio de los bonos).
- Las billeteras con BND, LQD e IEI tienen un rendimiento peor que en pruebas anteriores. Esto se explica por una mayor correlación con SPY en comparación con otros ETF de bonos.
Resumamos brevemente. Hasta ahora hemos visto que:
- Entre los ETF de acciones, SPY es la mejor opción para construir una cartera 60/40.
- Entre los ETF de bonos, el CSBGC0 representa la mejor oportunidad a medio plazo
- A largo plazo, TLT es una opción interesante.
- Otros ETF de bonos no aportan nada. No sólo pesan en la CAGR, sino también en el ratio de Sharpe. Una cartera compuesta únicamente por SPY consigue mejores resultados, incluso para el ratio de Sharpe.
5to lote
Nos remontamos al año 2004, lo que nos permitirá reintroducir CSBGC0 y esta vez lo utilizaremos Nuestra tríada de ETF (QQQ/VDC/XLV) en lugar de SPY. A modo de recordatorio, durante este período había obtenido un ratio de Sharpe de 0,66, con una CAGR de 9,67.
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El PF 60/40 compuesto por la tríada de ETFs de acciones y CSBGC0 muestra, sin mucha sorpresa, un muy buen resultado. El ratio de Sharpe es superior al de la propia tríada y al de las carteras analizadas. Este es el mejor 60/40 que hemos probado. Nos reconcilia un poco con los mediocres resultados obtenidos con todos los demás. Y eran muchos.
Ahora veremos si esta cartera tiene un mejor rendimiento cuando ajustemos un poco las ponderaciones. Por lo tanto, nos estamos alejando del marco estricto del 60/40, pero esto nos dará una perspectiva diferente.
Pesos estáticos alternativos
Las carteras 70/30 y 50/50 ya se han analizado brevemente anteriormente. A continuación revisaremos varias asignaciones alternativas con una participación más o menos pronunciada. Obviamente, cuanto mayor sea este último, mayor será la CAGR. ¿Pero qué pasa con el ratio de Sharpe?
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Hallazgos
- El 70/30 muestra un ratio de Sharpe idéntico al 60/40, pero con una CAGR ligeramente superior, lo cual es lógico, dada la participación en acciones.
- El 50/50 también tiene una relación Sharpe igual, pero esta vez con una CAGR más baja. Esto también es lógico.
- El punto de inflexión del ratio de Sharpe se sitúa más allá de los umbrales 50% y 70% en acciones.
- Las carteras 40/60 y 80/20 ocupan los últimos puestos de la clasificación, aunque la diferencia en términos de ratio de Sharpe es pequeña.
- Las ponderaciones tienen un impacto mucho menor en el índice de Sharpe que la elección cuidadosa de las subclases de activos.
Quizás queramos reinventar la rueda, pero la cartera ideal sigue rondando el famoso 60/40. Los inversores con una mayor tolerancia al riesgo pueden optar por el 70/30, los menos riesgosos por el 50/50 y todos los demás por el 60/40 original.
60/40 dinámico
El principio de asignación dinámica se mencionó anteriormente. Como recordatorio, esto permite ajustar la ponderación de los activos según las condiciones del mercado. Una forma relativamente fácil de hacer esto, y que explico en mi libro, es utilizar la volatilidad inversa. En el siguiente ejemplo, utilicé el de 60 días. Para simplificar el análisis, esta vez limito el backtest a una asignación básica de SPY/TLT. Esto nos basta para determinar la relevancia de la asignación dinámica.
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Los resultados, aunque bastante cercanos a la asignación estática, son algo decepcionantes. Sin embargo, este sistema funciona bastante bien con otras estrategias, particularmente la asignación adaptativa, que menciono en mi libro, y que involucra más clases de activos.
Una vez más, por mucho que intentemos tomar todos los caminos posibles, siempre terminamos volviendo al clásico 60/40 inventado hace 3/4 de siglo.
Subsidio basado en la edad
La asignación de "su edad en bonos", que analizamos anteriormente, es un enfoque ampliamente adoptado por muchos inversores, especialmente los Bogleheads. A modo de recordatorio, como su nombre indica, este enfoque tiene como objetivo fijar la proporción de bonos dentro de una cartera, en función de la edad de la persona en cuestión: 25% a los 25 años, 26% a los 26 años, y así sucesivamente.
Las ventajas de este enfoque residen en su simplicidad y su capacidad de encarnar una filosofía prudente. Al reducir gradualmente las asignaciones de capital, se pretende proteger el capital de las fluctuaciones del mercado, lo que a priori parece relevante para los inversores cercanos a la jubilación que buscan preservar sus activos para financiar sus necesidades futuras. Este método también puede proporcionar cierta tranquilidad, ya que proporciona una estrategia clara y fácil de seguir.
Sin embargo, la aplicación rígida de esta regla también presenta muchos inconvenientes. Recuerde lo que dijo Albert Einstein sobre la simplicidad. A continuación repasaremos cada uno de ellos.
Características individuales
La regla "edad = bonos" no tiene en cuenta las necesidades financieras individuales, la tolerancia al riesgo ni los objetivos. Una persona puede tener recursos financieros adecuados para seguir invirtiendo en acciones incluso cuando tenga 50 o 60 años. También puede tener como objetivo maximizar los activos de una persona al momento de jubilarse, teniendo en mente a sus herederos.
Esta estrategia se basa en la idea, en parte errónea, de que con la edad la tolerancia de una persona al riesgo disminuye. Sin embargo, con el paso de los años, el conocimiento y la experiencia en inversiones tienden a fortalecerlo. Tomemos mi ejemplo personal: soy un inversor que hoy tiene 50 años y que empezó a invertir a los 25, en el año 2000. Si hubiera seguido la regla "edad = bonos", habría tenido que destinar 751 TP3T de mis ahorros a acciones, en los albores de la "década perdida" 2000-2009. Este fue el caso más desastroso de la historia para Wall Street, el único que registró un resultado negativo (incluso la Gran Depresión de los años 30 acabó con un retorno positivo de la inversión gracias a los dividendos). A los 25 años no estás preparado para eso. Nunca llegamos del todo, claro está, pero la experiencia nos permite atravesarlo con un poco más de calma. Hoy, por el contrario, si siguiera esta estúpida regla, tendría que destinar el 50% de mi cartera a obligaciones, en un contexto que no es el más favorable para ellas y mientras sé mucho mejor gestionar las pérdidas que cuando empecé. Además, si todo va bien, me quedan unos buenos treinta años de vida, un período incluso más largo que los 25 años que han pasado desde que comencé a operar.
La fórmula “edad = obligaciones” me recuerda a la que utilizan algunos corredores aficionados para establecer su zona de entrenamiento en función de su frecuencia cardíaca máxima (220 - edad). Esta aproximación aproximada no tiene en cuenta la genética ni el nivel de condición física del individuo. Los deportistas experimentados y profesionales saben que esta martingala es demasiado aproximada para funcionar correctamente. Prefieren confiar en el umbral láctico, un indicador que refleja sus características individuales y les permite entrenar con la intensidad adecuada.
Lo mismo ocurre en materia de inversiones: la regla "edad = bonos" es una aproximación burda que no tiene en cuenta las particularidades individuales de los inversores. Así como un corredor puede ajustar su zona de entrenamiento en función de su umbral de lactato, un inversor debe adaptar su asignación de activos en función de su situación personal, su experiencia, sus objetivos financieros y, como veremos ahora, las condiciones del mercado.
Condiciones de mercado
La otra gran trampa de la asignación basada en la edad es que esta estrategia ignora por completo las condiciones del mercado. A este último, sin embargo, no le importa un carajo tu edad. Podrías tener 20 años en 1980 y tener asignados sólo 20% en bonos, al borde de cuatro décadas que les son extremadamente favorables. Por el contrario, usted podría tener 70 años en 2009 y sólo tener $30% invertidos en acciones, en vísperas del mercado alcista más largo de la historia.
Confiar en una regla tan rígida conlleva el riesgo de encontrarse fuera de sintonía con la dinámica del mercado, especialmente en el contexto actual de rendimientos de los bonos por debajo de su promedio histórico. Tendemos a olvidar que los bonos también pueden perder valor, especialmente cuando suben las tasas de interés. Esta situación puede influir directamente en la rentabilidad y los riesgos de la cartera. Tomemos el ejemplo de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años, que sin embargo se consideran un activo seguro. Entre 2021 y 2022, perdieron 30% de su valor en dólares. En cuanto a los bonos a largo plazo (20 años y más), su desempeño en 2022 fue incluso peor que el de las acciones (-30% versus -20% en USD).
Un concepto que teóricamente no se sostiene
Como se ve arriba, el ratio de Sharpe alcanza su máximo cuando los bonos representan entre 30% y 50% de la cartera. Esto significa que si se sigue al pie de la letra la regla de "su edad en bonos", se acaba, más allá de los 50 años, con un ratio de Sharpe en descenso. Ahora, como explico en mi libro, esta relación está directamente relacionada con la tasa de retiro sin riesgo, que representa la parte de su capital que puede consumir estando seguro de no terminar en la calle. Entonces, en la edad en la que vas a empezar a utilizar tu capital para jubilarte, tu tasa de retiro ya no es la óptima. Peor aún, si continúa siguiendo esta regla arbitraria, disminuirá una y otra vez, con la desafortunada consecuencia de reducir sus ingresos o incluso causar su quiebra.
Por lo tanto, cuanto más bonos tenga un jubilado en su cartera, más tendrá riesgo de quedarse sin dinero durante la jubilación. Llevando la regla "edad = bonos" hasta el extremo, Jeanne Calment habría tenido que vender en corto acciones que representaban el 20% del valor de su cartera para comprar una cantidad equivalente en bonos. Si bien esta estrategia puede tener sentido en un mercado bajista, conlleva riesgos significativos durante un mercado alcista: en 2009 y 2013Las acciones subieron más de 26% y 32% respectivamente, mientras que los bonos perdieron 11% y 9% respectivamente. Afortunadamente para ella, Jeanne Calment "ya" estaba muerta en ese momento...
En realidad, tampoco funciona.
EL fondos con fecha objetivo representan una aplicación concreta y comercial de la regla "edad = obligaciones". Estos fondos se ajustan automáticamente a lo largo de los años a medida que se acercan a una fecha específica (que puede ser el comienzo de la jubilación). La asignación de activos está cambiando gradualmente hacia opciones de inversión más conservadoras, reduciendo así el riesgo de pérdidas a medida que se acerca la fecha esperada. Oro, Estos fondos requieren un 61% más de ahorro para garantizar la jubilación en comparación con una estrategia de acciones de 100%..
De hecho, Una asignación exclusiva de acciones superó a las estrategias equilibradas por edad, incluso durante la jubilación, incluidos hasta los 90 años. ! Mis propios backtests, que veremos más adelante, confirman que las acciones de 100% tienen un mejor rendimiento que "la edad en los bonos", con una pequeña aclaración de todos modos: la retirada de capital debe haber comenzado a los 65 años o menos. En principio así sería, pero nunca se sabe. En el improbable caso de que la pérdida de riqueza comience a los 70 años o más, es mejor favorecer una cartera equilibrada, como 60/40 o 50/50. Incluso en esta situación, seguimos muy lejos de las recomendaciones de la regla "tu edad en bonos".
Haz lo que digo, no lo que hago
Paradójicamente, Mientras que recomendó la regla "Tu edad en bonos"John C. Bogle no lo aplicó a sus propios activos. Mantuvo una asignación de 60/40 hasta los 86 años, antes de cambiar a 50/50. A esa edad, sin embargo, según la regla, ¡su cartera debería haber contenido casi 90% en bonos!
Esto indica que, a pesar de su defensa de un enfoque cauteloso y simplista para invertir, tal vez percibió un equilibrio más matizado entre crecimiento y protección del capital, adecuado a sus circunstancias personales, sus objetivos financieros a largo plazo y las condiciones del mercado. En otras palabras, su estrategia ilustra un concepto fundamental: las mejores prácticas de inversión deben ser flexibles y adaptadas a cada individuo, en lugar de seguir ciegamente reglas generales.
Tasa de supervivencia del capital
Para arrojar luz sobre todo esto, analizaremos un concepto esencial en la gestión patrimonial: la tasa de supervivencia del capital. Se refiere a la probabilidad de que un capital invertido se mantenga en un nivel suficiente para financiar las necesidades financieras de una persona durante su jubilación. Más concretamente, se trata de medir la capacidad de una cartera para generar ingresos adecuados (incluida la inflación), preservando al mismo tiempo el capital inicial para su uso futuro.
El cálculo de la tasa de supervivencia del capital tiene en cuenta la duración de la jubilación, la tasa de retiro (la proporción de capital que se retira cada año para cubrir gastos), la inflación y la tasa de rendimiento que es probable que genere la cartera. Si la tasa de retiro es demasiado alta en relación con el rendimiento del capital, aumenta el riesgo de agotamiento de los recursos financieros. Por el contrario, una tasa de retiro moderada, combinada con retornos sostenidos, puede ayudar a mantener el capital en un nivel saludable a lo largo del tiempo.
Para el análisis, utilizaremos datos del mercado estadounidense, desde 1927 hasta 2023. Lamentablemente, faltan datos de los mercados suizo y europeo, pero a cambio tenemos derecho a una historia muy importante, que cubre los principales eventos bursátiles en las finanzas modernas. Esto nos da confianza de que nuestros modelos de cartera enfrentan las peores condiciones conocidas posibles.
Para realizar pruebas retrospectivas, creamos una cartera basada en una asignación de activos predefinida y luego observamos su evolución mientras retiramos dinero de ella, de acuerdo con una tasa de retiro específica. Este proceso comienza en 1927 y continúa hasta el final del período de retirada planificado (por ejemplo, 30 años), después de lo cual comienza de nuevo en 1928, y así sucesivamente. Luego vemos cuántas veces el capital ha logrado sobrevivir a pesar de retiradas sucesivas. Si la tasa de éxito alcanza 100 %, significa que, en cada escenario considerado, la cartera logró mantenerse, incluso durante los períodos más difíciles, como la Gran Depresión, los años 70 y 2000. Por otro lado, una tasa de éxito menor indica que existe un riesgo asociado a la jubilación con esta asignación de activos, teniendo en cuenta la tasa de retiro especificada.
En la columna de la izquierda de la tabla siguiente encontramos, como es habitual, nuestras diferentes carteras. En la parte superior, encontramos la edad en la que se inicia la fase de retiro, que abarca desde la independencia financiera adquirida muy tempranamente (45 años), hasta las jubilaciones más tradicionales (60-65 años). También agregué dos columnas (70-75 años) en el caso muy raro de un sorteo tardío de fortuna. La tasa de retirada de capital, que aparece justo debajo, se adapta en función de la edad de jubilación. Cuanto antes ocurra esto, más durará la fase de retirada y menor deberá ser la tasa de retirada. Para dar la mayor probabilidad de éxito a todas las carteras probadas, utilicé tasas de retiro más conservadoras que las referenciadas en mi trabajar. En color naranja encontramos el resultado de la distribución recomendada por la regla “edad = obligaciones”.
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Se supone que el titular de la billetera vivirá hasta los 85 años. El modelo también se puede aplicar en el caso de una muerte “deseada” después de esta edad de referencia. Si queremos tomar un margen de seguridad de cinco años por ejemplo, es decir hasta los 90 años, esto significa que el período de retirada es mucho más largo. En este caso será necesario hacer referencia, en la tabla anterior, a la columna de edad de jubilación a la que se restan los años adicionales deseados. Ejemplo de jubilación a los 65 años con vida hasta los 90 en lugar de los 85 previstos: 65-(90-85)=60. En este caso utilizamos la columna de 60 años para determinar qué cartera es la más adecuada para durar entre 65 y 90 años.
Para la prueba retrospectiva, también asumimos que la asignación permanece fija una vez que se toma la jubilación. Las carteras mencionadas en la primera columna se mantendrán tal y como están hasta los 85 años. Por ejemplo, con una edad de jubilación de 60 años, una cartera de 100% en acciones, mantenida idéntica hasta el final (85 años), tiene una probabilidad de 100% de sobrevivir con la tasa de retiro utilizada (3,6%). Más adelante discutiremos qué sucede si el inversor ajusta su asignación a lo largo del camino.
Hallazgos
- A pesar de utilizar tasas de retiro conservadoras, la regla "Su edad en bonos" conlleva un pequeño riesgo de quiebra para todas las pensiones iniciadas antes de los 70 años. El riesgo es bastante bajo (<5,2%), pero las consecuencias son obviamente muy significativas.
- Sólo en los raros casos de jubilación muy tardía, a los 70 años o más, la regla de la edad muestra una tasa de supervivencia de 100%. Sin embargo, todas las demás asignaciones con una porción de capital de 60% y menos también tienen un éxito de 100%, con, obviamente, un potencial de ganancia mayor.
- La proporción 60/40 no está exenta de críticas. De hecho, sólo se alcanza el 100% de éxito en casos de jubilación muy tardía. Sin embargo, los resultados son mejores que los de la "edad en bonos", especialmente para las jubilaciones a partir de los 55 años.
- El 70/20, si bien no es perfecto, funciona mejor en la mayoría de las situaciones, lo que tiene sentido dado que tiene la mejor CAGR entre las carteras con el mejor índice de Sharpe.
- El 100% SPY es consistentemente mejor que el "bond age", excepto en el caso de jubilaciones muy tardías (70 años o más).
- Existe un punto de inflexión para todas las jubilaciones a partir de los 70 años y más. Una vez alcanzado este umbral, las estrategias que incluyen al menos 40% de bonos se vuelven más seguras que aquellas con un fuerte componente de acciones. Estos resultados son perfectamente lógicos y consistentes con las conclusiones de J. Siegel en "Acciones para el largo plazo":es necesario un horizonte de inversión de unos veinte años para que la volatilidad de las acciones sea inferior a la de los bonos.
El problema de la “edad del bono” proviene principalmente de la asignación inicial, es decir, la del comienzo de la fase de retiro. La proporción de acciones es demasiado baja para que la cartera pueda sobrevivir sistemáticamente durante al menos veinte años. El hecho de que la proporción de obligaciones aumente posteriormente con la edad es claramente menos penalizador. De hecho, obtenemos prácticamente las mismas cifras que las anteriores si continuamos reduciendo la participación en acciones durante la fase de retirada. Esto tiene sentido ya que ayuda a reducir la volatilidad de la cartera a medida que nos acercamos a la "línea de meta". Sin embargo, para que el capital sobreviva es necesario empezar con una participación de bonos significativamente menor.
Si realmente queremos ceñirnos a una fórmula, es mejor utilizar: edad - 30 = obligaciones. Sin embargo, una vez más, esta regla no tiene en cuenta sus características individuales ni el mercado. Además, como se ha visto anteriormente, dicha fórmula no es necesaria, ya que una asignación fija de por vida, con una tasa predominantemente de acciones, muestra una tasa de supervivencia de 100%, para todas las jubilaciones anticipadas y normales (antes de los 70 años).
Admitamos finalmente que somos unos Boglehead testarudos (si me atrevo a usar un juego de palabras) y que queremos seguir la regla "edad = obligaciones" a toda costa. La única manera de garantizar plenamente la supervivencia del capital es reducir aún más la tasa de retiro (que ya se ha fijado de forma muy conservadora).
Tomemos el ejemplo de una persona de 65 años, recientemente jubilada, que necesita 50.000 pelotas al año para vivir. De acuerdo con la famosa regla, su cartera contiene 65% de bonos. Para alcanzar 100% de posibilidades de supervivencia de capital, la tasa de retiro debe reducirse a 3,5%. Esto significa que su capital inicial debe ascender a 1.428.571 pacas. Con una cartera 70/30, su tasa de retiro sería 4,1%, o un capital inicial requerido de "solo" 1.219.512 bolas. Su jubilación con la salsa "edad=obligaciones" le cuesta entonces 209.059 dólares más. Además (y sobre todo) a esta cantidad hay que añadir la pérdida acumulada de rentabilidad debido a su planteamiento durante la fase de acumulación de capital frente a una estrategia con un fuerte componente de renta variable. No es de extrañar, por tanto, que el estudio que hemos mencionado anteriormente afirme que esta estrategia requiere 61% más de ahorro para alcanzar el mismo objetivo.
Moralidad
En lugar de seguir ciegamente una regla rígida, inconsistente e ineficaz, es mejor ceñirse a una asignación fija, con un alto contenido de acciones. Una cartera que contenga únicamente acciones también puede funcionar. Sin embargo, el ratio de Sharpe en este caso es inferior al de una cartera con una participación minoritaria en bonos. Dado que un mejor ratio de Sharpe implica una mejor tasa de retiro sin riesgo, es mejor favorecer una cartera que contenga alrededor de 75% de acciones (excepto en el caso de jubilación muy tardía). Llego así, por un rodeo, a las mismas conclusiones que en mi libro.
Más allá del 60/40
Se probaron varios enfoques, variando las ponderaciones de acciones y bonos de diferentes maneras. Hemos visto que la asignación dinámica y la asignación basada en la edad no aportan ningún valor añadido a una simple asignación estática, todo lo contrario. De hecho, de todas nuestras pruebas retrospectivas, las más concluyentes fueron aquellas en las que jugamos con subclases de activos en lugar de ponderaciones.
Para ir aún más lejos, debemos buscar la solución fuera del sistema. El 60/40 funciona bien porque combina dos activos que tienen correlación cero o incluso negativa. En nuestro artículo sobre bienes raícesHemos visto que elbienes raíces El precio suizo también estuvo poco correlacionado con las acciones. Esto es bueno, porque también ocurre con los bonos. Así que este es un candidato muy interesante para diversificar una cartera 60/40.
Si tomamos nuestra mejor cartera (asociación de la tríada de ETFs en acciones con CSGC0) y añadimos el sector inmobiliario suizo, con el ETF SRFCHA, obtenemos resultados aún más convincentes. Las pruebas retrospectivas a continuación se remontan a 2011; el límite lo establece SRFCHA. Aproveché para probar además algunas carteras con TLT, dado su interesante potencial a largo plazo.
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Hallazgos
- La mejor cartera probada hasta el momento, compuesta por la tríada de ETF de 60% con 40% de CSBGC0, termina en la parte posterior del grupo.
- Por el contrario, en primer lugar, encontramos sorprendentemente uno de los mejores PF probados en El último artículo de esta serie. No implica obligación alguna, ya que son sustituidos íntegramente por bienes inmuebles. Así que esta es una forma poco convencional de 60/40. Sin embargo, tenga cuidado con los resultados. El período de backtest es relativamente corto. No ha habido un mercado bajista importante y los tipos de interés muy bajos, cero o incluso negativos desde 2008, han favorecido al sector inmobiliario en detrimento de los bonos. Sin duda es una buena estrategia, pero el primer lugar puede ser usurpado, al menos en el largo plazo.
- Desde la perspectiva del ratio de Sharpe y la CAGR, la diferencia en los resultados es mínima entre las estrategias que asignan 40% a bienes raíces, 30% a bienes raíces y 10% a bonos o 20/20.
- Dividir los enlaces en dos (TLT+CSBGC0) da resultados ligeramente mejores para la CAGR, con un ratio de Sharpe más o menos idéntico. También en este caso la diferencia sigue siendo mínima en comparación con el CSBGC0 solo.
Reflexión: dos posibles puntos de vista
1) Los bonos han tenido un rendimiento inferior al esperado desde la crisis financiera de 2008, debido a las políticas extremadamente acomodaticias de los bancos centrales. En un período así no podemos hablar de una causa cíclica sino de una estructural, un poco como la que vio dispararse el precio del oro desde principios de los años 1970 tras el abandono del patrón oro. Los bonos nunca volverán a rendir tan bien como antes de los años 2000. Los bancos centrales, quemados en 2008, aliviarán el crédito tan a menudo como puedan, incluso si eso significa causar un poco de inflación. Aumentarán sus tarifas como mínimo si es necesario y las bajarán lo más rápidamente posible. El crecimiento anémico debido al envejecimiento de la población les permitirá hacerlo. En este caso, es mejor dejar de lado los bonos y centrarse en el sector inmobiliario.
2) La causa no es estructural, sino cíclica, aunque sus efectos se sientan durante varias décadas. Fue causada por dos crisis violentas sucesivas en los mercados bursátiles (2000 y 2008), que llevaron los tipos a niveles tan bajos que fue necesario recurrir, a largo plazo, a políticas expansionistas no convencionales. Nos encontramos en 2020 en una Situación similar a la de los años 1940, donde las tasas fueron muy bajas, también durante un largo período. A esto le siguió una fase muy larga de tasas crecientes y de crecimiento (los Treinta Años Gloriosos) que fue en gran medida favorable para las acciones. El rendimiento de los bonos se mantuvo bastante modesto hasta principios de la década de 1980.. Esto se debe a que las tasas de interés fueron relativamente bajas, especialmente hasta fines de los años 1960. También se debe a que las propias alzas de las tasas causaron una caída de los precios de los bonos. Sin embargo, a principios de la década de 1980, el momento fue perfecto: las tasas estaban en su nivel más alto y se ofrecían cupones muy generosos. Además, a medida que empezaron a caer, los precios de los bonos subieron al mismo tiempo. Si las cosas se repitieran exactamente, tendríamos por delante 40 años de bajo rendimiento para los bonos. Esto no es nada a escala individual. Pero no hay garantía de que dure tanto tiempo. Podría tomar más tiempo porque partimos de tarifas aún más bajas. Pero podría ser más corto porque las tasas han aumentado mucho más rápido. Hoy estamos a un ritmo similar al de los años 60. Por tanto, hemos envejecido 20 años en cinco años, si me atrevo a hacer la comparación. Las tarifas aún no son atractivas, pero son más razonables que lo que hemos visto desde 2008. Además, las tarifas no lo son todo. La otra ventaja de los bonos sigue siendo su baja correlación (la mayor parte del tiempo) con las acciones. Por lo tanto, mezclar bonos y bienes raíces parece un enfoque pragmático.
Moralidad
Como no podemos saber qué nos depara el futuro, una estrategia razonable es mezclar, además del 60% en acciones, 20% SRFCHA, 10% TLT y 10% CSBGC0, lo que garantiza la diversificación entre clases y subclases de activos. Incluso en los últimos 13 años, esta estrategia es sólo ligeramente peor que la mejor en términos de CAGR y Sharpe. A largo plazo, hay grandes posibilidades de que incluso resulte ganador.
Conclusión
En este análisis en profundidad, examinamos la evolución de la estrategia 60/40 desde su inicio, que tiene sus raíces en las contribuciones seminales de los pioneros Benjamin Graham, Harry Markowitz y William Sharpe. Aunque durante mucho tiempo ha prevalecido como norma, los cambios económicos contemporáneos, marcados por bajas tasas de interés y correlaciones erráticas entre acciones y bonos, ahora ponen en duda su relevancia.
Discutimos alternativas como las carteras 70/30 y 50/50, que ofrecen un equilibrio diferente entre crecimiento y defensa. Hemos señalado que el 60/40 está detrás de muchas carteras de moda recientes, bajo otros nombres. Hemos visto una vez más que las estrategias de asignación dinámica o que se adaptan en función de la edad del inversor dejan que desear. Por otra parte, hemos demostrado la importancia de una selección juiciosa de subclases de activos. También hemos planteado ideas para ir más allá de una cartera 60/40, añadiendo otros activos, especialmente bienes raíces.
Respecto a la proporción óptima de acciones dentro de una cartera, hemos visto que se encuentra:
- Desde el punto de vista del ratio de Sharpe: entre 50% y 70% dependiendo de la propensión al riesgo
- desde el punto de vista de la tasa de supervivencia del capital, con jubilación antes de los 70 años: entre 75% y 100%, dependiendo de la propensión al riesgo, idealmente 75% desde el punto de vista del ratio de Sharpe
Si juntamos todo esto, podemos establecer un punto óptimo en torno a 70%-75% de acciones que pueden servir como referencia para la construcción de carteras individualizadas, en función de la situación personal y el apetito de riesgo. J. Siegel llega a una tasa ideal de 68% de acciones para un período de inversión de 30 años en "Acciones para el largo plazo". Así que estamos perfectamente en el objetivo. En cuanto al legendario B. Graham, escribe en "El inversor inteligente"que una cartera nunca debería tener menos del 25% ni más del 75% de sus fondos en acciones ordinarias. Por lo tanto, nos encontramos en el extremo superior de este rango tan amplio.
Un portefeuille 60/40 optimisé, comportant la triade d'ETFs, 20% d'obligations (CSBGC0 avec ou sans TLT) et 20% de SRFCHA, devrait également pouvoir faire l'affaire. Ses excellents résultats peuvent en effet compenser son allocation moindre en actions par rapport à un portefeuille 70/30 basique. Au vu du manque de données historiques des ETFs concernés, je n'ai malheureusement pas pu tester le taux du survie de ce portefeuille. Toutefois, les résultats entre 2011-2024 parlent en faveur du portefeuille 60/40 optimisé face à une stratégie 70/30 basique :
- SPY 70% + TLT 30% : CAGR = 10.85% / ratio de Sharpe = 0.95
- Triade 60% + 20% CSBGC0 + 20% SRFCHA : CAGR = 9.99% / ratio de Sharpe 1.1
Un ratio de Sharpe supérieur signifie qu'à risque égal, le portefeuille optimisé 60/40 surclasse la stratégie 70/30 basique. Cela signifie aussi que le taux de retrait possible est plus important ou, si celui-ci demeure identique, que le taux de survie du portefeuille est plus élevé.
Pour en avoir une idée chiffrée, j'ai backtesté une variante du 60/40 optimisé, en utilisant TLT à la place de CSBGC0 et VNQ (immobilier US) à la place de SRFCHA. Ce faisant, j'obtiens un taux de survie moyen (départ à la retraite à 45, 50, 55, 60 ou 65 ans) de 98.7%, Celui-ci est de 97.46% pour le 60/40 classique et de 99.54% avec le 70/30. Ce n'est pas encore parfait, mais nous avons vu, dans cet article, ainsi que dans celui consacré à l'immobilier, que SRFCHA et CSBGC0 permettent d'obtenir des portefeuilles affichant de meilleurs ratios de Sharpe que VNQ et TLT. Les chances sont donc très élevées pour que le portefeuille 60/40 optimisé passe le test à tous les coups.
Quoi qu'il en soit, ce qui importe c'est que le 60/40, initié il y a déjà 75 ans par les légendes précitées, constitue encore et toujours un excellent moyen de viser la rentabilité tout en se préservant des riques. En demeurant dans le cadre général de cette allocation type, il est possible de l'optimiser en ajustant quelque peu les pondérations prévues, et surtout de jouer avec les sous-classes d'actifs, voire de la compléter avec d'autres classes d'actifs.
L'approche doit rester flexible et personnalisée, permettant aux investisseurs de naviguer avec succès dans le paysage financier. Cela souligne l'importance de la diversification et d'une évaluation régulière de l'allocation d'actifs pour s'assurer qu'elle répond aux aspirations et aux besoins uniques de chacun.
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Buen día,
Bravo pour ce très long papier. Super analyse à valeur ajoutée.
GRACIAS
Gracias Mik
wow quel travail!
avec la droite qui dirige le monde j’ai hâte de voir ce que ça va donner….
Gracias por su tiempo. Qué sketch la puesta en escena de la firma de los decretos presidenciales...