Como anunciamos, hoy lanzamos una nueva serie de artículos dedicados al análisis en profundidad de diferentes estrategias de asignación de activos. Nuestra evaluación no sólo se limitará al desempeño, sino que también incluirá un estudio detallado de los riesgos asociados. En mi trabajo "Los determinantes de la riqueza"Ya he realizado una revisión exhaustiva de muchas carteras de inversión. Para esta serie, en lugar de volver a examinar todas estas carteras, nos centraremos primero en las estrategias de mayor reputación, antes de explorar enfoques más innovadores y menos convencionales.
ETF
Aprovecharé esta oportunidad para discutir el tema de los ETF (fondos cotizados en bolsa), que constituyen las diferentes clases de activos dentro de las carteras de inversión. Su crecimiento es tan deslumbrante que pronto podrían superar en número a las propias empresas que cotizan en bolsa. Las estadísticas actuales muestran que actualmente hay un ETF por cada cuatro empresas en los mercados bursátiles mundiales. Mientras que el número de empresas cotizadas sólo aumenta en 3 % al año, el de los ETF está experimentando un crecimiento espectacular de casi 15 % al año. Esta proliferación hace que navegar por el mundo de los ETF sea cada vez más complejo. Observamos aquí una sorprendente paradoja: estos instrumentos financieros, inicialmente diseñados para simplificar la inversión mediante la consolidación de la oferta, terminan creando una fragmentación contraproducente del mercado.
La importancia de la asignación de activos
¿Por qué hablar de carteras? ¿No es más importante centrarse en acciones individuales o invertir directamente en un ETF que ya constituye, como tal, una cartera?
Sobre todo, es importante respetar el principio fundamental de la diversificación, como subraya la sabiduría popular: “No hay que poner todos los huevos en la misma cesta”. Por ejemplo, una cartera compuesta únicamente por una veintena de acciones de empresas suizas no puede considerarse verdaderamente diversificada. El problema no reside tanto en el número de valores poseídos, sino más bien en la doble concentración de riesgos: por un lado, en una única clase de activo -las acciones- y, por otro, en una única zona geográfica. Este enfoque monolítico expone al inversor a una vulnerabilidad excesiva a las fluctuaciones del mercado.
Además, cabe señalar que tener un único ETF, incluso uno muy diversificado, no está exento de riesgos. Tomemos como ejemplo el caso de GAL, gestionado por SPDR (SSGA). Su composición actual se distribuye de la siguiente manera: un tercio en renta variable americana, un cuarto en renta variable internacional (excluyendo Estados Unidos), un tercio en bonos y el resto en efectivo. La composición intrínseca de este ETF no es problemática en sí misma; al contrario, presenta incluso un nivel de diversificación muy apreciable para un instrumento de este tipo.
El principal problema reside en la excesiva concentración de la cartera en un único ETF. Aunque el emisor de SSGA tiene una sólida reputación, no sería prudente descartar por completo los riesgos de fraude o incumplimiento de la contraparte. La historia financiera reciente nos ha demostrado, una y otra vez, que incluso las instituciones financieras más prestigiosas y aparentemente firmes pueden experimentar reveses dramáticos. Por lo tanto, no es aconsejable invertir una parte sustancial de su capital en un único ETF (excepto para los inversores principiantes con activos modestos, para quienes este enfoque puede constituir un punto de partida pragmático en su proceso de inversión).
Volatilidad
La segunda razón importante para prestar especial atención a la asignación de los activos radica en el control de la volatilidad. Esto último está intrínsecamente vinculado a una diversificación sensata y metódica de los elementos constitutivos de la cartera de inversiones. Aunque el desempeño sigue siendo un criterio esencial, no puede considerarse el único factor de toma de decisiones. Si este fuera el caso, los inversores concentrarían sus inversiones exclusivamente en bitcoin, cuyo rendimiento medio anual supera los 100 %. Con tal tasa de rentabilidad, todos alcanzarían rápidamente la riqueza. Si esta estrategia no se adopta universalmente es porque conlleva riesgos importantes que deben tenerse en cuenta.
En primer lugar, incluso cuando nos consideramos psicológicamente fuertes, generalmente tendemos a minimizar considerablemente la influencia de las fluctuaciones bursátiles en nuestro estado emocional y, por tanto, en nuestra capacidad para tomar decisiones racionales. Es particularmente difícil mantener la compostura ante las fluctuaciones de los mercados financieros, porque naturalmente tendemos a entusiasmarnos demasiado ante las subidas bruscas y, a la inversa, a entrar en pánico durante las caídas importantes.
Además, el futuro sigue siendo, por su naturaleza, impredecible. Aunque el bitcóin ha experimentado un espectacular ascenso durante la última década, nadie puede predecir con certeza su evolución futura. Esta criptomoneda podría continuar su notable crecimiento durante los próximos diez años, mantener una cierta estabilidad o, por el contrario, experimentar una caída importante que la devolvería a sus valores iniciales. Por tanto, la cautela y una perspectiva a largo plazo siguen siendo esenciales ante estas incertidumbres inherentes a los mercados financieros.
Finalmente, como desarrollo en detalle en mi libro, la volatilidad constituye un riesgo intrínseco importante, particularmente durante la fase de retiro de capital. Una asignación de activos demasiado expuesta a inversiones arriesgadas y con una diversificación inadecuada puede comprometer gravemente la sostenibilidad financiera y provocar recursos insuficientes en un momento crítico. Esta vulnerabilidad debe anticiparse y gestionarse con la mayor atención en cualquier estrategia de inversión a largo plazo.
En consecuencia, es esencial una diversificación sensata de las clases de activos dentro de una cartera, lo que permitirá controlar y mitigar eficazmente todos estos riesgos financieros.
Nuestro próximo artículo estará dedicado a un análisis en profundidad de los ETF (fondos cotizados en bolsa). Incluso si prefiere la inversión directa en acciones, bonos, oro o bienes raíces, es relevante interesarse por estos instrumentos financieros. De hecho, la mayoría de ellos replican índices y, por tanto, representan diferentes clases de activos. Esta característica los convierte en herramientas valiosas para optimizar la estructuración de una cartera de inversiones, optemos o no por integrarlas en nuestra estrategia final.
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Contenido muy relevante y útil, como siempre. Esperando con ansias el siguiente artículo… ¡Gracias!
Gracias paciencia. El siguiente artículo (sobre ETF) ya está muy avanzado. Todavía requiere algunos días de trabajo, porque cuanto más avanzo en el tema, más cuestiones secundarias suscita.