InflaciĆ³n cambiante: cĆ³mo proteger su patrimonio en un mundo incierto

Hace unos dĆ­as se publicaron las Ćŗltimas cifras de inflaciĆ³n estadounidense: 6,2% a tasa anual, digna de un paĆ­s emergente. Normalmente, los grandes financieros estĆ”n atentos a la mĆ”s mĆ­nima variaciĆ³n de la inflaciĆ³n. Hasta ahora era considerada el enemigo pĆŗblico nĆŗmero uno, incluso antes que el desempleo. Esta vez, sin embargo, curiosamente la Reserva Federal estadounidense estĆ” adoptando una actitud de esperar y ver quĆ© pasa. Hasta hace unos meses, podĆ­a alegar un efecto umbral debido a la pandemia, una especie de rebote efĆ­mero como a ella le gustaba creer. Pero aquĆ­, con la tasa mĆ”s alta alcanzada en 30 aƱos, ya no es posible hacer la vista gorda. No podĆ­a ser de otra manera despuĆ©s de mĆ”s de diez aƱos inundando de liquidez el mercado. Uno incluso podrĆ­a preguntarse por quĆ© los precios no se han disparado mĆ”s rĆ”pidamente.

Medidas tomadas contra la inflaciĆ³n

Hoy, con la inflaciĆ³n galopando, la Reserva Federal ha decidido tomar medidas. Finalmente. Sin embargo, nos pueden sorprender las decisiones que se acaban de tomar. En un mundo normal, esa inflaciĆ³n habrĆ­a rimado inmediatamente con un aumento drĆ”stico de las tasas de interĆ©s. El banco central lo hizo por mucho menos que eso, no mĆ”s que entre 2016 y 2018, cuando la inflaciĆ³n era de solo 21TP3Q. Y ahĆ­, ĀæquĆ© nos dice? Que considere reducir su programa de compra de activos a principios de marzo del prĆ³ximo aƱo, para luego subir los tipos.

En otras palabras, hasta el prĆ³ximo marzo, la FED no sĆ³lo no hace nada, Ā”sino que incluso continĆŗa inyectando liquidez! Es un poco como si tuvieras un incendio en la casa y le echaras gasolina en lugar de ir por el chorro de agua. Esto es tanto mĆ”s paradĆ³jico cuanto que una subida de tipos suele tardar entre 6 y 12 meses en surtir efecto. Esto significa que es probable que la alta inflaciĆ³n sea una realidad al menos hasta 2023. Y al mismo tiempo, el banco central cree que es urgente actuar...

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El origen del mal

ĀæCĆ³mo explicar esta apatĆ­a del gran financiero estadounidense? Hay que buscar las razones a principios de este siglo. En ese momento, las tarifas estaban por encima de 5%. El mercado de valores se estaba disparando, con las acciones de Internet a la cabeza. Luego vino el colapso, un mercado bajista que durĆ³ tres aƱos, seguido de una caĆ­da de tipos de la misma duraciĆ³n, hasta el 1%. Excepto en la dĆ©cada de 1950, nunca habĆ­amos visto cifras tan insignificantes. Fue el comienzo del dinero fĆ”cil, donde casi cualquiera podĆ­a pedir prestado, independientemente de su situaciĆ³n financiera.

Sin embargo, esto no durĆ³, porque a partir de 2003 la recuperaciĆ³n econĆ³mica fue vigorosa, elevando la inflaciĆ³n a 5%. La FED reaccionĆ³ inmediatamente subiendo sus tipos a 51TP3Q. En ese momento, como les dije, los banqueros centrales fijaron la tasa tan pronto como la tasa superĆ³ el 21TP3Q. No hace falta un Premio Nobel para entender lo que pasĆ³. Todos aquellos que habĆ­an podido beneficiarse de un prĆ©stamo hipotecario fĆ”cil, a pesar de una situaciĆ³n financiera precaria, ya no pudieron pagar las cuotas mensuales. Fue el comienzo, en 2008, de la crisis de las hipotecas de alto riesgo, que llevĆ³ a la quiebra del banco Lehmann Brothers.

ha llegado cero

Rebelote, los bancos centrales vienen al rescate. Apagaron el fuego que ellos mismos acababan de encender. Esta vez la Reserva Federal fija las tasas cerca de cero y dice que permanecerĆ”n ahĆ­ por mucho tiempo. El gato escaldado teme el agua frĆ­a. Al mismo tiempo, los gobiernos se estĆ”n volviendo cada vez mĆ”s laxos en sus polĆ­ticas presupuestarias, para reactivar el crecimiento y evitar quiebras como las de Lehmann Brothers. Este es el comienzo de Too Big To Fail, que se materializa en Suiza con la adquisiciĆ³n de la UBS.

Siempre terminamos, de una forma u otra, teniendo que pagar nuestras deudas. Las deudas pendientes de pago de los pequeƱos propietarios debĆ­an ser asumidas por los bancos. Estos Ćŗltimos, a su vez, necesitan la ayuda de los Estados, que a su vez empiezan a tener nĆŗmeros rojos. Este es el comienzo de la crisis de la deuda pĆŗblica. Como los tipos ya son cero, los bancos centrales ya no tienen mucho margen para actuar. EstĆ”n empezando a recomprar valores y bonos de instituciones financieras y soberanas.

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Cueste lo que cueste

Los gobiernos se salvan temporalmente. Luego viene la crisis sanitaria. Una vez mĆ”s se hacen aƱicos las hermosas promesas de rigor presupuestario. AdquisiciĆ³n masiva de mascarillas, vacunas y otros medicamentos experimentales, pago de ayudas de emergencia a los cĆ­rculos econĆ³micos y a los trabajadores afectados por los cierres. Como dijo cierto presidente cercano a nosotros, ā€œlo que sea necesarioā€, mientras atrae a su rebaƱo con vacunas ā€œgratuitasā€.

Como ya hemos dicho, una deuda siempre debe ser pagada por alguien. Si no es el deudor, es el acreedor. Si no es el acreedor, es el acreedor del acreedor, etc. Al final, si nadie puede pagar, la responsabilidad la asume la comunidad. Estamos aquƭ hoy. DespuƩs de mƔs de quince aƱos de dinero fƔcil, las deudas de los hogares, las empresas y los gobiernos son colosales. Subir las tasas en estas condiciones causarƭa un cataclismo. Tuvimos un pequeƱo vislumbre de esto con la crisis de las hipotecas de alto riesgo, despuƩs de un perƭodo muy corto de tipos que ni siquiera eran tan bajos como hoy.

InflaciĆ³n = ĀæsoluciĆ³n?

Por tanto, ningĆŗn gran financiero quiere correr el riesgo de aumentar el coste del crĆ©dito. Sin embargo, alguien tiene que pagar esta deuda. Por tanto, sĆ³lo queda una soluciĆ³n: alejarse del paradigma del control de precios y acercarse al de la inflaciĆ³n. La deuda podrĆ” asĆ­ dispararse gracias a la magia de la devaluaciĆ³n de la moneda. Al hacerlo, es la comunidad la que asume la responsabilidad, es decir todos nosotros, por la pĆ©rdida de nuestro poder adquisitivo.

Cada vez que vamos a la panaderĆ­a a partir de ahora y pagamos cada vez mĆ”s por una baguette, estamos reembolsando las locuras cometidas por ciertos hogares, ciertas empresas y la mayorĆ­a de los gobiernos durante aƱos. Cada vez que sacamos la cartera, sin saberlo, pagamos la factura de las deudas no asumidas por los grandes bancos, de las bonificaciones que ellos mismos se han concedido aƱo tras aƱo, asĆ­ como de las vacunas gentilmente ā€œofrecidasā€ por Moderna y Pfizer. Asumimos colectivamente la responsabilidad de los errores del pasado. Pasa desapercibido. Nadie es consciente de ello. Unos cĆ©ntimos aquĆ­ para un bien de consumo comĆŗn, unos francos allĆ” para un servicio, participamos subrepticiamente en la gran limpieza de la deuda. Es una forma de gran reseteo, no en el sentido conspirativo del tĆ©rmino, sino en el sentido econĆ³mico. Esto ya ha comenzado y continuarĆ” durante bastante tiempo.

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Nuestros ahorros pronto serĆ”n inĆŗtiles.

Por eso la Reserva Federal no tiene prisa. La inflaciĆ³n, el enemigo jurado de los bancos centrales en el pasado, se ha convertido en un aliado para reajustar los contadores. Y nosotros, simples hormigas, que hemos trabajado mĆ”s de lo necesario, que hemos ahorrado durante aƱos, que hemos sido cautelosos con la deuda, que no hemos abusado de la generosidad gubernamental, estamos doblemente penalizados. En primer lugar porque, como todo el mundo, nuestro poder adquisitivo estĆ” disminuyendo. Luego, porque nuestro precioso capital, ganado con mucho trabajo, no valdrĆ” mucho dentro de unos aƱos si no tenemos cuidado.

Pero en lugar de lamentarnos, como harƭan las cigarras, movilicƩmonos. No dejemos que nos roben los frutos de nuestro trabajo. Para ello, nada muy complicado, hay que capitalizar activos cuya oferta es limitada (a diferencia de las monedas gubernamentales). Este es el caso de las materias primas, y en particular del oro, acciones de empresas de calidad y valor, bienes raƭces y tambiƩn, hasta cierto punto, criptomonedas. En definitiva, todo lo que depende poco o nada de maniobras estatales entre bastidores.

Todo esto es un juego de tontos, una barajada de cartas, algunas de las cuales estƔn biseladas. TambiƩn puedes elegir los correctos.


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4 comentarios en “Inflation en mutation : comment protĆ©ger votre patrimoine dans un monde incertain”

  1. Bien visto. Totalmente de acuerdo con el anĆ”lisis. AdemĆ”s, la inflaciĆ³n ya estaba presente antes de los picos recientes; simplemente resultĆ³ en inflaciĆ³n en el precio de los activos (bienes raĆ­ces, acciones) y no en los precios de los productos de consumo.

  2. Laurent MartĆ­n

    Ɖste es, en mi opiniĆ³n, un excelente resumen de la situaciĆ³n actual y de la historia reciente (siglo XXI) en este Ć”mbito.
    Comparto - desgraciadamente - su diagnĆ³stico: el margen de maniobra de los bancos centrales es ahora muy limitado, debido a la deuda (principalmente de los Estados). El aumento de las tasas pondrĆ­a a muchos estados (y no a los menos) en dificultades.
    En mi opiniĆ³n, si no podemos evitar la inflaciĆ³n combatiĆ©ndola libremente mediante tipos clave, todo el desafĆ­o es garantizar que estĆ© bajo control.
    Al referirse a la abundante liquidez que ha llegado desde 2008, tambiĆ©n plantea una pregunta que me hago desde hace mucho tiempo: ā€œPodrĆ­amos incluso preguntarnos por quĆ© los precios no se han disparado mĆ”s rĆ”pidamenteā€. Siempre me pregunto eso.
    Y me arriesgo a formular una pregunta adicional: Āæcorremos el riesgo de un acercamiento violento a travĆ©s de una inflaciĆ³n violenta?
    Lo que exige otro: ĀæcuĆ”les serĆ­an las consecuencias de una inflaciĆ³n violenta e incontrolable? La comparaciĆ³n no siempre es correcta, pero la Historia contiene algunos ejemplos preocupantes.
    Observo tambiĆ©n que ejemplos recientes han demostrado que la inflaciĆ³n de determinados elementos (combustibles, energĆ­a, por ejemplo, pero tambiĆ©n alimentos bĆ”sicos) tiene el efecto de una chispa en un polvorĆ­n, en materia social, y puede provocar graves problemas.
    MĆ”s allĆ” de estos pocos elementos, mĆ”s sensibles que otros, en general podemos pensar que la inflaciĆ³n, si empobrece, debe seguir siendo soportable (metĆ”fora de la rana en la olla, cuyo agua se calienta poco a poco y no de golpe), fracasando. que se produce una explosiĆ³n social, con todas sus consecuencias.
    Vuelvo a seƱalar que debemos desconfiar de las cifras oficiales sobre inflaciĆ³n: hay que ver quĆ© se tiene en cuenta (y quĆ© no). En otras palabras, la inflaciĆ³n general probablemente sea mĆ”s alta de lo que dicen las cifras oficiales.

    1. QuizĆ”s los precios no subieron antes simplemente porque hasta el covid la oferta siempre era capaz de cubrir la demanda. La inyecciĆ³n masiva de liquidez ha permitido mantener la demanda, o incluso impulsarla, a pesar de las sucesivas crisis desde los aƱos 2000, pero la oferta siempre ha sabido mantenerse, gracias, por un lado, a la desmaterializaciĆ³n y, por otro, a la debido al aumento de las instalaciones de producciĆ³n en los mercados emergentes, con China a la cabeza. Pero fue suficiente que un poquito de polvo, incluso un virus, se apoderara de esta mĆ”quina china para que todo se fuera al carajo. La oferta ya no pudo mantener el ritmo, mientras que la demanda volviĆ³ a mantenerse gracias a una inyecciĆ³n aĆŗn mayor de liquidez. Peor aĆŗn, la histeria sanitaria dio lugar a nuevas necesidades, algunas justificadas, pero la mayorĆ­a irracionales, que la mĆ”quina de producciĆ³n global no pudo cubrir. Lo probamos en la primavera de 2020, con el PQ. Fue el principio del fin y continuĆ³ con las mascarillas, las ā€œvacunasā€ y en general con todas las materias primas.
      Las ayudas gubernamentales han logrado salvaguardar el empleo y el consumo, pero el paro de la mĆ”quina de producciĆ³n ha dejado su huella. No arrancamos nuestro motor como el de nuestro coche. Le llevarĆ” tiempo volver a su antiguo rĆ©gimen. Durante este tiempo, la demanda sigue siendo fuerte y hace subir los precios.
      Para mĆ­, esto significa que la inflaciĆ³n serĆ” incontrolable durante muchos meses, por no decir aƱos, sobre todo porque la FED estĆ” adoptando una actitud de esperar y ver quĆ© pasa, a pesar de un discurso que pretende ser proactivo.
      Y tiene razĆ³n al decir que debemos desconfiar de las cifras oficiales. El precio del oro y del Bitcoin durante este siglo nos demuestra que la inflaciĆ³n es una realidad desde hace bastante tiempo.

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