Diario de un futuro rentista (84)

Las diversas medidas de marketing que he tomado para mi pequeño negocio independiente están empezando a dar sus frutos. Me encontré con un nuevo cliente habitual que parece aguantar esta vez. Estoy cruzando los dedos. Todavía me gustaría encontrar un segundo prospecto que me dé la seguridad de poder encontrar clientes con bastante facilidad y mantenerlos, al menos durante un tiempo determinado. Actualmente puedo conciliar dos clientes con mi actividad asalariada sin problema y sin estrés. Cuando tenga mis dos clientes habituales sólo me queda dar el último paso, el de despedirme de mi actividad asalariada. Luego contrataré a dos usuarios más, lo que significa que estaré ocupado unas buenas diez horas a la semana, mi objetivo final.

Mientras tanto, abrí una cuenta dedicada a mis pequeñas actividades independientes (entrenamiento, sitio web, publicaciones). Los ingresos derivados del mismo se ingresan así directamente en esta cuenta, al igual que se deducen los gastos respectivos. Así veo, poco a poco, el flujo de dinero que soy capaz de generar por mi cuenta, sin depender de un empleador. Esto me recuerda los primeros ingresos que recibí de mis dividendos. Esto me da una impresión adicional de seguridad, incluso si los importes de mis actividades auxiliares son muy modestos en comparación con los que provienen de mis inversiones. El otro beneficio de distinguir estas entradas de efectivo, aunque relativamente moderado, es que me recuerda el valor del dinero. En el mercado de valores, a veces tendemos a olvidar esto...

Estoy muy contento de tener esta perspectiva de dejar mi actividad asalariada a corto plazo, porque cada vez es más difícil. Ha habido varios cambios en la jerarquía, que implicaron métodos de trabajo curiosos y tareas administrativas cada vez más desalentadoras. Por no hablar de que las sesiones también se multiplican. El hecho de tener ya la cabeza en otra parte no ayuda a motivarme, aunque me permita seguir adelante.