Bola de cristal

Si, como yo, escuchas Première (radio suiza francófona) por la mañana, todos los días hay un comentario bursátil de 30 segundos. El escenario es inmutable: el periodista da el nivel de los índices del día anterior, los de Asia (que acaba de cerrar) y las tendencias de apertura en Europa. Luego, un "experto" (generalmente de un banco local, suizo o extranjero) explica los movimientos. Caídas: temores de inestabilidad en Ucrania, elecciones en Japón, euro bajo presión. Subidas: buenos resultados de las empresas, indicadores adelantados en verde, euros bajo presión. Te dejo a ti encontrar los mil ejemplos restantes. ¡Y eso me molesta! Para qué ?

Porque puedo encontrarle razones por las que el mercado de valores se mueve cada día en una dirección u otra y, por lo tanto, puedo justificar cualquier cosa a posteriori. Pero, ¿realmente vale la pena enfadarse? Ésa es la cuestión. Creo que sí. En primer lugar, infunde en la gente la sensación de que los precios de las acciones son predecibles, lo cual no es así. Explicarlos ex post es demasiado fácil y da al oyente desinformado la sensación de que los banqueros saben algo que nosotros no sabemos, que tienen una ciencia particular, un acceso privilegiado a la información, que les permite leer el futuro.

Entonces estos mismos oyentes se sorprenderán cuando les digamos que la bolsa, Dios mío, no fue en la dirección que pensábamos y sus ahorros, señora inversionista, se han derretido del 20%. ¿Nos dicen los meteorólogos dónde caerán las gotas de agua en nuestra terraza (primero en la esquina izquierda, un poco más a la derecha, luego las gotas se extenderán en línea continua hacia la esquina trasera derecha de la terraza antes…)? Nos dicen que la presión está cayendo, que las diferencias de temperatura provocarán lluvias en tal o cual región, pero que su índice de confiabilidad es 80% o 50% o incluso 30%.

La predicción es una ciencia difícil, especialmente cuando se trata del futuro (Mark Twain). Los banqueros harían bien en meterse esto en la cabeza y poner las cartas sobre la mesa: no saben nada al respecto y creer a posteriori que hubo algo predecible en noticias pasadas es, en el mejor de los casos, una distorsión de la verdad y, en el peor, una forma de de fraude.