Diario de un futuro rentista (26)

Esta publicación es la parte 25 de 86 de la serie. Diario de un futuro pensionado.

PeriódicoHace doce años fui por primera vez a una isla del Caribe. Dos semanas en el trópico, bajo el calor, sin hacer nada. Este bendito tiempo siguió a un largo período de intenso estrés profesional. Aproveché estos días no sólo para descansar, sino también para dar un paso atrás en mi lucrativa actividad. Lejos de todo, sin teléfono, sin correo electrónico, era el momento y el lugar perfecto. Ya llevaba dos años invirtiendo en bolsa, sin otro objetivo que divertirme e intentar ganar un poco de dinero (sin éxito). La decisión que tomé entonces cambiaría mi vida.

Cuando te separas de todo y te alejas, te enfrentas a ti mismo. Nos volvemos a encontrar. Ya no respondemos a las necesidades de los demás, sino a las nuestras. En algún lugar volvemos a ser animales. Nuestro cerebro reptiliano toma el control. Las necesidades físicas cobran más importancia: comer, beber, dormir y… bueno, ya sabes de lo que hablo.

Breve. Tumbado bajo una palmera, me dejé llevar por mis pensamientos, aún no dormido, pero tampoco muy alerta. Miré hacia atrás con indiferencia, a los últimos meses que pasé trabajando como un loco. Todo parecía tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. Frente a mi yo real, allí, bajo esta palmera, me dije que ese otro yo, el que corría en todas direcciones, no era realmente yo. A la sombra, bajo una ligera brisa, arrullado por el chapoteo de las olas, tranquilo, sin nadie que perturbara esta verdadera tranquilidad, me encontré. Escondidos bajo esta palmera, los problemas no me llegaban, y tampoco los iría a buscar.

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Así hice mío el "concepto de la palmera", que se acerca a la moraleja de la fábula de Cricket “Para vivir felices, vivamos escondidos”. Aplicar bien este principio es fácil de hacer cuando estás en una isla, mucho menos cuando estás en el mundo profesional. Aunque intentemos ser discretos y no ir en contra de los problemas, estos no tardan en llegar.

Siempre bajo mi palmera protectora, en el camino a Morfeo, y siempre divertido con este otro yo siendo sacudido como un títere, me di cuenta de que a pesar de toda mi voluntad, el concepto de palmera sólo sería realmente aplicable a partir del momento en que Se cortarían los cables con el mundo profesional. Antes de llegar a su moralidad, el Cricket bien nos dice “Cuánto voy a amar mi jubilación profunda”.

Entonces en ese momento, y justo antes de quedarme dormido, me hice la promesa de que el mercado de valores se había acabado y que solo invertiría para convertirme en pensionista. Y esto es precisamente lo que llevo haciendo desde hace doce años.

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