Vivimos en tiempos maravillosos. El proletariado ha llegado al punto de que ya ni siquiera quiere pan. Lo único que quiere es trabajo. Ya no buscamos el fin, sino los medios. Los grandes patrones lo han conseguido. A la gente le gusta que la exploten hasta tal punto que ruegan a sus torturadores que los encarcelen. Estamos al borde del masoquismo. Los muchachos están tan felices de trabajar, que incluso cuando los despiden, se espera que le besen el trasero a su jefe.
Llevo 15 años en el mercado laboral y hace 15 años que escucho el mismo estribillo: es una crisis. Durante este período mis jefes (y también los de mi esposa) siempre encontraron buenas excusas para no aumentarnos los salarios. Un año las ganancias no fueron buenas. La otra es la facturación. El otro, la competencia estaba consumiendo demasiada cuota de mercado. El otro, el franco suizo, era demasiado fuerte. Siempre lograron encontrar un punto negativo para justificar el estancamiento de los salarios, o incluso una reducción de las prestaciones sociales.
Sin embargo, mientras tanto, no dudaron en regar bien al pasar. A modo de ejemplo, durante este llamado período de crisis, el índice de rendimiento suizo (que suma el precio y el rendimiento de los dividendos de las empresas suizas que cotizan en bolsa) ¡aumentó en 90%! Um... ¿cuántos de ustedes han aumentado incluso un tercio de ese desempeño en ese tiempo? ¿¡¿Cuántos de ustedes recibieron un aumento?!?
¿A quién engañamos? El problema es que al devorar de esta manera el poder adquisitivo de la clase media, las grandes empresas hacen que cualquier recuperación económica sea efímera. Sólo una distribución equitativa de la riqueza puede sustentar de manera sostenible el consumo interno. Mientras la gran mayoría tenga que consumir apretándose el cinturón, siempre viviremos al filo de la navaja. Es la serpiente que se muerde la cola: crisis económica -> caída del poder adquisitivo -> crisis económica...
La buena noticia es que, con el envejecimiento de la población, pronto no habrá suficientes trabajadores. Y allí el poder bien podría cambiar de manos. ¡Pero para cuando lleguemos allí espero ya haberme jubilado!
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“La buena noticia es que, con el envejecimiento de la población, pronto no habrá suficientes trabajadores. » Excelente observación, esto es ya lo que observo en Japón, un país que nunca ha tenido como objetivo el aumento de los beneficios (el Nikkei hoy es 3 veces más débil que en 1989). Las empresas japonesas carecen de mano de obra en muchas áreas. El objetivo de las empresas privadas es persistir dejando un margen al empresario y seguir las necesidades cambiantes de sus clientes. ¡¡Las empresas occidentales pretenden aumentar sus beneficios cada año a un ritmo que no guarda relación con la realidad (mi empresa DJ30 es campeona en esta carrera)!!