El mundo profesional está formado por cigarras y hormigas. Las cigarras pasan el tiempo pavoneándose, luciendo su último disfraz, gesticulando y escupiendo su tonto flujo de ideas durante todo el día. Llegan por la mañana, todos elegantes, cantan sobre sus hazañas del día anterior mientras toman un café antes de mostrar todos sus conocimientos, saltando de una sesión a la siguiente. El silencio y la quietud les asustan tanto que prefieren criticar y destruir lo que funciona bien antes que abstenerse. Siempre buscando una oportunidad para hacerse importantes, las cigarras imponen sus ideas, sin escuchar las de los demás y sin tener en cuenta los errores del pasado. Es así como los mismos conceptos reaparecen cíclicamente en las empresas, a criterio de los directivos, deshaciendo lo ya hecho por sus antecesores, pero sin mayor éxito.
Aunque las cigarras hablan mucho y opinan de todo, nunca funcionan. Te dicen "Tenemos que" o "Sólo tenemos que hacerlo", pero si les preguntas "¿Cómo?", te dirán que es tu problema, cuando en realidad es de ellos. Al final del día las cigarras salen de la oficina con la mente libre, satisfechas de haber podido derramar su carga de tonterías sobre los demás. Cuando llega la noche, duermen tranquilamente, recargando sus pilas antes de afrontar otro día de apisonadora.
Las hormigas, por su parte, madrugan para aprovechar su trabajo antes de soportar el canto estéril de las cigarras. Intentan lo mejor que pueden hacer que la sociedad funcione, tapando los huecos abiertos por las cigarras. Trabajan en las sombras, tratando de mantener unido el edificio, a pesar de los vientos contrarios que soplan las cigarras durante todo el tiempo. Mientras estas últimas desfilan al frente de las empresas, trayendo y saliendo con sus locas ideas, las hormigas hacen fielmente su trabajo gestionando la empresa y trayendo el dinero para pagar a las cigarras.
Al final del día, las hormigas regresan a su casa, agotadas por haber tenido que soportar las volubles teorías de las cigarras y, sobre todo, por haber tenido que limpiar el desorden detrás de ellas. Cuando llega la noche, reflexionan y se preocupan por el nuevo día que está por llegar. Incluso si son las hormigas las que hacen funcionar la sociedad, la sociedad sólo recompensa a quienes cantan más fuerte.
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Muy cierto… estoy totalmente de acuerdo. Cuando miramos el impacto (en términos de destrucción de valor) que pueden tener las decisiones tomadas al más alto nivel (fusiones de empresas, adquisiciones aleatorias, operaciones financieras riesgosas), nos equivocamos: el objetivo de los “lazos” con su bonito traje, es construir un buen CV para pasar de junta directiva a junta directiva. Y allí el objetivo suele ser completamente exitoso.
En estas condiciones, convertirse en rentista no se trata de tomarse las cosas con calma o “aprovechar” el sistema, es sólo una forma de decirle “mierda” al sistema.
PD: Tienes un verdadero talento para escribir :)
Como usted dice, convertirse en pensionista no se trata de tomárselo con calma ni de aprovecharse del sistema. Es simplemente un cambio justo, es decir, que el trabajo de uno ya no sirve a los demás, sino a uno mismo. Y finalmente diga "m..." al sistema.
Gracias por el cumplido 😉