Hoy estoy cada vez más convencido de que el mundo laboral actual no está hecho para mí. No es que sea un vago, todo lo contrario. Tengo una capacidad de trabajo que supera con creces la norma. Por otro lado, mis necesidades de autonomía e independencia son demasiado importantes como para tener que depender de la autoridad de un empleador, con todo lo que eso implica. Recibir órdenes, tener que rendir cuentas, justificarse, correr en todas direcciones por las necesidades de otro, eso no me motiva de ninguna manera.
En ese momento todavía no lo sabía, pero probablemente por eso no podía imaginarme ejerciendo una profesión. Fue así como, al salir de la escuela, tuve pasantías y experiencias profesionales en todos los sentidos, sin encontrar nunca mi camino. Han pasado 14 años desde que terminé mis estudios y debo admitir que, incluso si me instalé en un campo, nunca obtuve verdadera satisfacción con él. Por supuesto, nunca todo fue oscuro, pero nunca más pude experimentar las mismas sensaciones que durante mis estudios cuando era independiente, abandonada a mis propios recursos y la única responsable de mi personita.
Sin duda es esta dependencia constante de los demás lo que resulta tan difícil de convivir en el mundo profesional. Nuestros éxitos, al igual que nuestros fracasos, dependen de lo que otras personas logran antes y después. Nuestras posibilidades de actuar como empleados en el sistema son, en última instancia, irrisorias, aunque debamos asumir toda la responsabilidad por ello. Por el contrario, los miembros de los consejos de administración y los altos directivos de las empresas tienen una enorme libertad para tomar decisiones, cuando en realidad nunca se preocupan cuando asumen su responsabilidad. Sólo hay que mirar lo que ha sucedido en el mundo financiero desde 2008. Es sencillamente escandaloso.
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Jerónimo,
Como nuestras respectivas edades, orígenes y filosofías de inversión son muy similares, por lo que leí, te sugiero que cofundas un fondo de cobertura... ¡y escribiremos nuestra carta inicial juntos! 🙂
Pajarito,
un fondo de cobertura, un fondo de inversión o un ETF. No sé cuál es el más complicado de gestionar… ¡pero seguro que no el primero! Sin embargo, es difícil embarcarse en una aventura así sin el apoyo de un banco. Ahí lo tienes, mensaje enviado 😉