Los seis primeros meses de 2011 han visto el regreso de la dictadura de la emoción, la mala fe y la recuperación política. Es como si las fuerzas gubernamentales hubieran decidido luchar con las armas que han dado tanto éxito a los partidos extremistas. Hay tres acontecimientos clave que ilustran este punto: Fukushima, la Primavera Árabe y la crisis de la eurozona. A primera vista, estos acontecimientos no tienen nada en común, y están teniendo lugar en tres regiones muy diferentes del mundo, sin embargo, hay similitudes que ponen de relieve la hipocresía de los gobiernos de los llamados países desarrollados. Analizaremos el impacto de este indeseable componente político en nuestra estrategia patrimonial y cómo podemos cambiarlo.
Fukushima
¿Es realmente necesario señalar que las ciencias exactas no son necesariamente correctas? Einstein lamentaba haber contribuido a desencadenar el Proyecto Manhattan, que dio lugar a la primera bomba atómica de la historia. Las ciencias exactas han llevado al hombre a la luna y creado infraestructuras de transporte y telecomunicaciones, pero también han provocado desastres ecológicos, económicos y sociales. La llegada de los valores tecnológicos a finales de los años 90 creó una burbuja especulativa que todavía estamos pagando. Después, las finanzas, también consideradas por algunos una ciencia exacta, consiguieron sumir al mundo entero en una depresión económica aún más profunda. Fukushima, 66 años después de Hiroshima, también pone de manifiesto los límites del mundo tecnocrático en el que vivimos.
Lo paradójico es que a este exceso de tecnicismo siguió inmediatamente después de la catástrofe un delirio totalmente opuesto, un auténtico tsunami de emociones, una avalancha de reacciones epidérmicas sin ninguna reflexión. Le tocó al que más abrió la boca, al que se hizo el mayor apóstol de los valores ecológicos, aunque su etiqueta política o sus intereses no encajaran con esta nueva imagen verde. Hemos visto a gobiernos abandonar a los lobbies nucleares de la noche a la mañana, a pesar de que fueron sus aliados estratégicos durante muchos años. El problema no es que cambiaran de opinión, sino la rapidez y la falta de reflexión con que se tomó la decisión. Si eso no es recuperación política...
La primavera árabe
Las ciencias exactas pueden a veces llegar a sus límites, pero los seres humanos pueden levantar montañas. Nadie habría imaginado que el suicidio por autoinmolación del joven tunecino Mohamed Bouazizi podría haber dado lugar a tal sucesión de revoluciones. Esto es aún más notable cuando se piensa en los infructuosos intentos de Occidente, especialmente de Estados Unidos, de imponer la democracia a través del ejército y la financiación mediante la impresión de dinero. Al final, fue el pueblo árabe el que tuvo la última palabra, aunque todavía quede mucho camino por recorrer.
La paradoja aquí es que Occidente ha apoyado a las dictaduras de Oriente Próximo durante mucho tiempo, y que se han apoderado de este movimiento popular en cuanto ha comenzado. El mejor ejemplo de mala fe viene de Sarkozy, que se ha inventado un nuevo papel como salvador de los insurgentes libios, como si los intereses petroleros y el ego personal del presidente francés no tuvieran nada que ver...
La crisis de la eurozona
Esto es el colmo de la hipocresía. Como diría el Dr. House, todo el mundo miente, y estamos en medio de ello. Los cisnes griegos que habían cantado todo el verano se encontraron en pérdidas cuando llegaron las brisas del mercado. El problema es que cuando te has acostumbrado a maquinar, tirar de la cuerda y quemar la vela por los dos extremos, es difícil volver a trabajar en la solución. Así que es un poco pesado.
Sin embargo, seamos honestos: las envejecidas economías de Europa y América están bastante contentas de tener a los griegos. Les ahorra tener que poner orden en su propia casa, del mismo modo que los dictadores árabes de la época tendían a demonizar a Occidente para hacer olvidar a sus pueblos cómo les estaban estafando.
Piensa en EE.UU. Calificación AAA, emitida por agencias de calificación... estadounidenses. Es cierto que esta calificación está ahora amenazada, pero cuando se considera que es idéntica a la de Suiza, cuyas finanzas están mucho mejor gestionadas, hay que preguntarse. Y no hay mejor chivo expiatorio que Grecia.
Los demás países de la eurozona también están bastante contentos de que no pensemos demasiado en ellos en estos momentos: Italia, Portugal, España, Reino Unido, Francia... no son modelos de virtud financiera.
Implicaciones
Todos estos acontecimientos han tenido un impacto en los mercados a corto plazo. Las revoluciones árabes repercutieron en el petróleo, Fukushima en las bolsas y la crisis de la eurozona en las divisas. Sin embargo, las implicaciones a medio y largo plazo son menos claras.
Al principio, Fukushima hizo caer en picado los mercados bursátiles, pero posteriormente repuntaron con fuerza. Del mismo modo, los precios del petróleo repuntaron con fuerza tras su escalada a raíz de las revoluciones árabes. Es cierto que el euro ha caído frente al franco suizo en los últimos seis meses, pero sólo modestamente (-2,27%), lo que no es nada comparado con el dólar (- casi 10%). Curiosamente, nuestros amigos políticos prefieren centrarse en la pequeña Grecia que en el gigante americano.
A largo plazo, es difícil prever con exactitud el impacto de la democratización en curso en los países árabes, el abandono progresivo de la energía nuclear y una guerra de divisas cada vez más fuerte. Lo que es seguro, sin embargo, es que los recursos naturales serán cada vez más demandados, ya sea para satisfacer las necesidades de la población de Oriente Medio o para sustituir a la energía nuclear. También es probable que persista el atractivo de los activos refugio, como el oro y el franco suizo, mientras los gobiernos irresponsables sigan despilfarrando los fondos públicos y creando dinero mediante la impresión de moneda.
Ya habíamos iniciado una serie de cambios en nuestra estrategia de inversión al
- teniendo en cuenta la volatilidad de los valores denominados en CHF y no en su moneda original
- seleccionar valores estadounidenses casi exclusivamente de empresas exportadoras susceptibles de beneficiarse de una caída del billete verde
- dar prioridad a los valores que reaccionan inversa y fuertemente a los movimientos del dólar (por ejemplo, las materias primas)
A pesar de estas medidas, nuestro cartera pierde bastantes plumas con el CHF como moneda de referencia, mientras que en euros el rentabilidad no sólo es buena, sino mejor que la del mercado. Para superar este problema, estamos trabajando actualmente en una nueva cartera, aún orientada a los ingresos, pero con una exposición mucho menor al riesgo dólar (incluso compensándolo) y que complementaría idealmente la estrategia de crecimiento de los dividendos. La idea es explotar la fortaleza del CHF, los recursos naturales y posiblemente también los países emergentes, lo que permitiría obtener un rendimiento mucho menos dependiente de las fluctuaciones de las divisas y aún menos de las fluctuaciones del mercado.
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