Soy un trabajador imperfecto y por eso me trato con dividendos.
El artículo explora el sorprendente contraste entre las excesivas exigencias de perfección del mundo profesional y la libertad que ofrece invertir en el mercado de valores. A diferencia del entorno profesional que impone objetivos cada vez más elevados y comportamientos artificiales, la inversión en dividendos acepta nuestra naturaleza imperfecta y al mismo tiempo nos recompensa incondicionalmente.
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