No todas las ratas están destinadas a ser libres. Algunos necesitan ser guiados, incluso enmarcados. Paradójicamente, incluso parece que cuanto más libres (o completamente abandonados) fueron durante su juventud, más necesitarán puntos de referencia sólidos en el futuro, aunque sean completamente absurdos. Las barreras y los surcos a veces pueden dar la apariencia de seguridad, incluso si nos llevan a un resultado vergonzoso. En cualquier caso, evitan tener que hacer demasiadas preguntas, lo que puede resultar tranquilizador, al menos a corto plazo. El problema es que en algún momento tienes que enfrentarte a la realidad y a tus propios demonios. Y cuanto más tarde, peor.
Otras ratas necesitan liderar. Al parecer son más libres que aquellos a quienes gobiernan. Sólo en apariencia, porque dependen de factores extrínsecos, como el dinero, la fama, el prestigio y el poder. Sólo logran encontrar una paz temporal a costa de extraer cada vez más energía del exterior, en detrimento del resto del universo. Son esclavizados y esclavizados a su vez para escapar al menos temporalmente de su condición de rata. También para ellos, si no hay cuestionamientos, la caída será dolorosa. Al final, no son tan diferentes de los representados arriba, es decir, de aquellos a quienes subyugan. Ambos huyen de la realidad.
Afortunadamente, existe una última categoría de ratas. Pero son pocos. Esto se debe al poder del paradigma de “trabajo-consumo”, los valores materialistas de nuestras sociedades occidentales y la extrema interconexión que ofrecen las tecnologías de la información y la comunicación. Estas ratas son como libertos, poco receptivos a las sirenas del trabajo, la moda, los signos externos de riqueza, prestigio y poder. No buscan la realización desde un punto de vista material, sino desde un punto de vista psicológico, emocional, relacional y espiritual. Incluso si están vinculados a otros, su desarrollo y bienestar dependen menos del exterior que de sus recursos internos. Son independientes. La sociedad puede querer enjaularlos, y tal vez incluso logre hacerlo en algún momento, formalmente. Pero por dentro siguen libres.
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